No se necesita:
ni el grito desbocado
ni el golpe de un insulto
ni risa de cartón, mirada engañosa o pensamiento mezquino
tampoco aventuras terribles de grandes héroes victoriosos
-¿vengadores de qué?-
con finales que tal vez siempre terminen igual.
Para ser valiente
apenas alcanza con el susurro de una risa,
tomar lápiz y papel con los que garabatear penas o deseos
y ejercer
tan humildemente
el acto de tomar la palabra
para decir
-como tierno abrazo-
lo que sentimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario