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miércoles, 12 de abril de 2017

Para intercambiar con otrxs compañerxs, charlar en las sobremesas y analizar en las clases de Lengua… 
Actividades para pensar el papel de los medios gráficos en la represión a los docentes

Texto 1: Página 12
Pág 12, 10 de abril de 2017



A)   Existe una película británica muy famosa de la década del ’60 llamada “Al maestro, con cariño” (To Sir, with love es su título original). Busquen el argumento. Comparen el título del film y el titular del diario Página 12, y luego respondan: ¿Qué similitudes y qué diferencias encuentran entre el título del film y el de la noticia? ¿Qué actores sociales son los que enunciarían las frases en cada caso?
A diferencia de otros diarios (que buscan resumir en pocas palabras la información), los titulares del diario Página 12 buscan llamar la atención de sus lectores a través de varios recursos: la sorpresa, los juegos de palabras o las referencias externas, entre otros.

B)   Miren atentamente la imagen que acompaña al titular. ¿Cuántos grupos ven allí? ¿Con qué nombres los identificarían? Compárenlos y armen un cuadro que sirva para caracterizar a cada uno. (Tengan en cuenta: vestuario, color, organización, visibilidad, actitud, postura corporal, objetos que portan y todo lo que se les ocurra).
La antítesis es un recurso estilístico que consiste en contraponer dos palabras o frases en cada uno de las cuales se expresan ideas opuestas o impresiones más subjetivas e indefinidas que se sienten como contrarias.

C)   ¿La vida imita al arte? Hace más de 200 años, un artista español llamado Goya pintó “Los fusilamientos del 3 de mayo” para sintetizar la represión a la resistencia del pueblo español contra la dominación extranjera. Si observan con atención la pintura, verán que también en este caso identificamos dos grupos. Más allá de las diferencias (tipo de imagen, contexto, protagonistas), ¿qué relaciones pueden establecer entre el cuadro y la foto de Página 12?

 Texto 2: Clarín
Clarín, 10 de abril de 2017


     A)   Sujeto.
     ·         Analicen sintácticamente la siguiente oración, que resume el titular anterior:

La Policía desalojó a gremialistas docentes.

     ·        El llamado “conflicto docente” no es sólo de lxs docentes. Y, como todo conflicto, tiene (por lo menos) dos protagonistas: por un lado, está el colectivo docente ¿y del otro lado? Conversen entre ustedes la respuesta.
     ·        El sujeto gramatical de la oración analizada ¿coincide con el otro protagonista del conflicto?

B)   Verbo. La acción principal está dada por el verbo “desalojó”.
·        Vuelvan a Página 12 y subrayen el verbo (o frase verbal) que elige el diario para nombrar la acción del domingo 9/4.
·        ¿Qué diferencia hay entre el verbo utilizado por Clarín y el propuesto por Página 12?
·        Busquen dos sinónimos de uno y otro verbo. Ordénenlos en una escala que vaya del más suave al más fuerte. 
En el lenguaje, hay palabras o frases que expresan el punto de vista del hablante acerca de lo que dice. Reciben el nombre de subjetivemas o expresiones subjetivas.

C)   Objeto.
·        ¿Cómo se nombra a lxs docentes en los titulares de Clarín? (Observen también los recuadros inferiores).
·        ¿Cuál es el núcleo de la frase elegida por Clarín (“gremialistas docentes”)? ¿En cuál de las dos actividades hace foco la noticia?
A diferencia del inglés, que antepone adjetivo a sustantivo (“beautiful boy”, “pretty woman”), la lengua castellana prefiere colocar el sustantivo antes del adjetivo, de manera que la palabra más importante es aquella que se coloca adelante.
·        Busquen las definiciones de las palabras “gremio” y “sindicato” y cópienlas en la carpeta. Más allá de las definiciones del diccionario, ¿qué representaciones (positivas y negativas) se  asocian a ellas? ¿Quiénes creen que sostienen esas ideas?
El sentido de las palabras no solo se obtiene de las definiciones del diccionario. Cada palabra está asociada, además, con valoraciones, sentimientos, prejuicios o intereses. Por eso, para comprender realmente una expresión es necesario tener en cuenta, además, quién la dijo, en qué situación y con qué intención.
·        ¿Por qué el diario habrá preferido titular “gremialistas docentes” y no “docentes gremialistas”?


D)   Mirando la letra chica. Reproducimos el recuadro que aparece abajo a la derecha de la nota principal. Reléanlo:
Sindicalistas denuncian que detuvieron a cuatro docentes
Esa misma noticia podría haberse redactado de otra manera. Por ejemplo, suprimiendo la primera parte:
Sindicalistas denuncian que Detuvieron a cuatro docentes
¿Por qué creen que el diario eligió la primera opción? ¿Cómo se ubica la persona que redactó la nota respecto de la veracidad de la denuncia?

Actividades de integración:
La canción de la lucha. Siguiendo el estilo de Página 12, piensen titulares posibles a partir de canciones conocidas. Recuerden que los títulos propuestos deben jugar con el doble sentido: por un lado, hacer referencia a la canción; por el otro, al conflicto. Armen una cartelera en la que incluyan fotografías que aludan a la cuestión.

En las redes, nuestra voz. Los memes son ideas o situaciones fácilmente identificables en la vida real expresadas en viñetas o fotografías intervenidas que circulan masivamente por Internet. En grupos, inventen o reescriban un meme para concientizar a la comunidad sobre el reclamo que vienen llevando a cabo lxs docentes. 

martes, 7 de mayo de 2013

Jornada


- UBICACIÓN témporo-espacial: hoy, sala de profes
- CIRCUNSTANCIA: finalizando la jornada sobre la Nueva Escuela Secundaria
- DETALLE: habían participado no más de 20 pibes (los que pensaron que había clases normalmente)
- LA FIJA: la mayoría de los profesores se hubiera querido borrar, no tener clases, irse antes (pero igual se quejaban del poco compromiso de los chicos)
- EL CHIVO EXPIATORIO: algunas se regocijaban porque el presidente del centro de estudiantes no había ido y, de paso, lo criticaban por "politizado" y "ser-de-la-Cámpora"
- EL DETONANTE: alguien habló y dijo que el alumno en cuestión no era de la Cámpora sino que -tenía entendido- había militado en Nuevo Encuentro
- LA RESPUESTA (¿EL ARGUMENTO VACÍO?): -Ese chico está en política, y no hay diferencia entre una cosa y la otra.
- LA INSISTENCIA: -Yo creo que está bien hablar de política en la escuela.
- EL DISLATE: Una profesora, cual virgen a punto de ser sodomizada por una horda de matarifes en celo, se puso de pie y, reboleando el dedo índice acusando a no sé quién, subió el tono de voz y prácticamente empezó a los gritos. Esa mujer dijo: "¿Sabés cuándo me voy a hacer comunista yo?: el día que los balseros vuelvan nadando de Ma-ia-mi!!!"

Ahora toca adivinar:
- si la escena es real o ficticia
- quiénes la protagonizaron
- quiénes se quedaron en silencio
- cuál es el precio

domingo, 24 de marzo de 2013

24 de marzo: Paula Santoro y Jorge Sobrado en la técnica

Docentes y preceptores.



El centro de estudiantes propuso a Jorge Sobrado (militante de la CeProDH). La rectoría, a Paula Santoro (hija de Roberto Santoro, el poeta desaparecido en 1977). 
Los profes de Lengua nos juntamos, evaluamos aciertos y errores, nos enfrascamos en debates eternos, recuperamos amores y nos pusimos a trabajar: armamos actividades previas en las aulas, presentamos a los invitados, coordinamos lo que pudimos y... ahora volvemos otra vez a cranear cómo seguir. 


Entrevista a Paula Santoro y Jorge Sobrado
¿Qué preguntas hicieron los adolescentes?

Para romper el hielo: 
La actividad, optativa. Masiva participación estudiantil. 
  • ¿De qué cuadro sos? 
  • ¿Qué música te gusta?
  • ¿Cuál es tu trabajo?
Sobre la época: 
  • ¿Cuántos años tenías en ese momento?
  • ¿Cómo era vivir en esa época?
  • ¿Qué cosas estaban prohibidas? 
  • ¿Cómo se divertían los jóvenes? 
  • ¿Cómo cambió el vínculo con tu familia o amigos por la dictadura? 
  • ¿Cómo era la seguridad en ese entonces? 
  • (a Paula) ¿Qué pensaste en ese momento que había ocurrido con tu padre? ¿Sabés qué pasó efectivamente con él? 
  • ¿Cómo te explicó tu mamá lo que había pasado con tu papá? 
Las causas: 
  • ¿Por qué te detuvieron? 
  • ¿Por qué se llevaron a tu padre?
Después: 
  • ¿Pasó por tu mente la venganza? 
  • ¿Qué cambió y qué no desde esa época hasta ahora? 
  • ¿Qué sentís cuando ves militares? 
  • ¿Es difícil vivir con esa nostalgia? 
  • ¿Qué lección para tu vida te dejó lo que pasó?
En el centro, los invitados: Paula Santoro y Jorge Sobrado.

"Una cosa sé y muy importante: el asunto no es ser optimistas sino apasionados. Frente a tanta indiferencia, el camino es poner sangre en las cosas; pegarle al mundo que nos rodea, la vitalidad de la acción. No un sistema de ideas estático; queremos ideas que se muevan, que puedan ser puestas en práctica. Y no nos asusta el error porque, si muchas veces nos equivocamos, fue porque muchas veces emprendimos acciones, por entender que de nada valen las pulcras teorías si no van acompañadas del trabajo." 
Discurso para el acto de la Alianza Nacional de Intelectuales - Palabras de Roberto Santoro el 10 de abril de 1964, una semana antes de cumplir 26 años.

Taller sobre el 24 de marzo


¿Cómo surgió la idea de realizar un taller para el 24 de marzo? Las docentes involucradas (dos profes de Cívica de 5to y una bibliotecaria) propusimos llevar a cabo una actividad interdisciplinaria que abordara la temática de los derechos humanos, aprovechando la ocasión de la proximidad del Día de la Memoria.
Consideramos que la puesta en marcha de encuentros educativos distintos de las clases tradicionales resulta beneficiosa para nuestra tarea por varias razones: despierta el interés de los/as alumnos/as, favorece el diálogo entre los/as docentes y propicia un clima de tolerancia.
Estos propósitos nos llevaron a pensar un espacio que rompiera con la rutina escolar: la “clase” se daría en otro lugar (en un comienzo se pensó en la biblioteca, pero finalmente se prefirió el sum), el grupo de estudiantes lo conformarían dos divisiones (y no una sola), la coordinación estaría a cargo de un equipo de docentes y los contenidos se abordarían de otro modo (primero desde lo expresivo-emotivo y luego desde lo reflexivo).


Descripción de la actividad
  1. Presentación. Las profesoras de Educación Cívica (Débora y María Teresa) cuentan que es una actividad distinta que comenzará con la lectura de un cuento. No adelantar el tema fue un acuerdo previo de las coordinadoras, para no condicionar las hipótesis de lectura de los/as alumnos/as. La actividad se lleva a cabo en el sum del 2do piso. Los/as alumnos/as de cada división están sentados en mesas separadas.
  1. Lectura del cuento “Infierno grande” de Guillermo Martínez. La bibliotecaria del turno presenta el libro y brevemente al autor. Antes de la lectura propiamente dicha, los presentes esbozan temas o argumentos posibles a partir del título: “un chusmerío es cuando hablás de otra persona”, “lo que hace uno, se enteran todos”. Unos/as pocos/as se ríen o tardan en entrar en clima: una chica está tentada y llama la atención, un joven está disperso. Pero durante la lectura, la mayoría se muestra expectante; siguen la historia: se ríen o hacen algún gesto acorde con lo narrado. Ahora todos/as están enganchadísimos/as, lo que se cuenta atrapa cada vez más.
  1. Puesta en común. Cuesta tomar la palabra después de la lectura: el cuento los/as sorprendió: lo que al principio había sido interpretado como un problema de amoríos, termina siendo un verdadero “infierno grande” que afecta a toda la sociedad. Las intervenciones de los/as chicos/as exteriorizan agudos razonamientos: retoman el texto (recuerdan perfectamente referencias temporales como el mundial '78 o la invención de la TV a color), sacan conclusiones (“ahora me doy cuenta de que lo menos importante era lo del romance, eso es para distraer a la gente de las cosas más terribles que pasaban”), evalúan comportamientos (“al principio parecía loca, pero ella era la única que estaba buscando la verdad”) y trazan paralelismos con la historia argentina (“es como en la época de los desaparecidos”). Hablan, participan, se escuchan; no se interrumpen, sus palabras se complementan.
  1. Exhibición del video “Las locas de la plaza” (capítulo 4 del documental Retrato de un genocidio, guión y dirección de Alejandro Walger, editado por Canal Encuentro). El video cuenta, en boca de sus protagonistas, el origen de la asociación Madres de Plaza de Mayo: los primeros encuentros, motivaciones comunes, algunas anécdotas. Los/as alumnos/as miran atentamente el video, e incluso continúan haciéndolo cuando toca el timbre del recreo.
  1. Reflexión final y evaluación. Los/as alumnos/as relacionan la figura de las Madres de Plaza de Mayo con uno de los personajes del cuento (la “vieja loca” que no paraba de buscar la verdad). Las profesoras hacen hincapié en la importancia de que los/as jóvenes conmemoren la fecha. Se los/as invita a resumir en una palabra lo que les dejó la actividad. Varios/as alumnos/as coinciden en que realizar tareas de este tipo resulta “interesante” y “necesario”. Por último, se les anuncia que en la biblioteca hay libros que tratan el tema de la dictadura y los derechos humanos, y las docentes entregan copias del cuento para quienes deseen volver a leerlo. Cuando se está yendo, con una mezcla de incredulidad y asombro, una alumna pregunta: “¿Y esto se les ocurrió a ustedes tres?”
Conclusiones

En épocas en que es común escuchar que “a los jóvenes nada les interesa”, resulta promisorio realizar una actividad en la que los/as adolescentes se muestren involucrados/as y conmovidos/as. Y cuánto más esperanzadora es la tarea si se lleva a cabo en la escuela.
Consideramos que el taller del 24 de marzo no sólo fue positivo para los/as alumnos/as sino que además resultó beneficioso para nuestra labor como educadoras. Planificar juntas la tarea, elegir los materiales y debatir acerca de cómo desarrollar cada momento fue una excelente oportunidad para repensar algunas ideas que sostienen nuestro trabajo: entender el aprendizaje como una construcción y no como mera transmisión, la importancia de la didáctica, la significatividad de los contenidos y la necesidad de proponer instancias educativas (clases, talleres, jornadas) democráticas, en donde se propicie la participación, la reflexión y el respeto.

domingo, 11 de noviembre de 2012

1ra semana

Una manera de analizar los trabajos podría ser tener en cuenta qué sucede la primera semana, los primeros días: cómo son las bienvenidas, quiénes se acercan, quiénes no, cuáles los temores....

En la primera semana en la Biblioteca me pasaron algunas cosas:

1
En la parte de atrás de la biblio había gente, conversaban, a veces riéndose y otras casi un murmullo. Cuando me acerco, veo que están vendiendo ropa. 
- No dejes que se te metan de esa manera-, me aconsejó una compañera, también nueva en la escuela. 
¿Me estaba ayudando con ese comentario? ¿o de paso me anoticiaba de que que no estaba haciendo las cosas bien? 
Me acerqué a las vendedoras y sólo les pregunté si las autoridades estaban enteradas. 
- Sí, claro-, dijeron mirándome con cara de "y vos quién sos". 
Me presenté. Cuando me iba, hacían muecas a mis espaldas.
Así llegué.

2
- Se quedan estos alumnos acá, haciendo una tarea.
Pero los alumnos se portaban mal...
¿Qué preceptora los había dejado en la biblioteca? ¿Para que yo haga qué? ¿Al cuidado de quién?



domingo, 9 de septiembre de 2012

Discurso en el día del maestro


Hoy, que festejamos el día del maestro, les propongo a los grandes (familias y maestros) hacer el ejercicio de recordar qué aprendíamos nosotros, los adultos, cuando éramos chicos e íbamos a la escuela. Es decir, recordar a nuestros maestros... pero no a cualquiera de ellos, sino sobre todo a aquellos “maestros de la vida”, a los que nos formaron, a los que nos hicieron más humanos, a los que con sus palabras y actos nos enseñaron a (o intentaron, al menos) ser mejores personas.
Quizás los recuerdos que se nos vengan a la cabeza no tengan que ver con docentes “perfectos”, de esos que están siempre contentos y arman clases interesantes y divertidas. Algunos tuvimos la suerte de tener una o dos maestras de esas que no se olvidan; otros, en cambio, quizás tengan que hacer un esfuerzo mayor por recordar... Pero seguramente todos tenemos, en la niñez o en la adolescencia, fija en nuestra memoria, alguna anécdota que nos hizo mejores, o más alegres, o más felices. Y en esa anécdota, en ese recuerdo, el protagonista era un maestro, uno de estos “Maestros con mayúscula” de los que quiero hablar hoy. ¿Por qué recordamos esos momentos como memorables? Creo que por dos razones: porque aprendimos cosas importantes y porque nos enseñaron de una manera distinta.
Traigamos algunos de esos recuerdos: el reto de la maestra después de la pelea con un compañero, la charla de alivio ante una humillación, un chiste, una sonrisa, una pregunta, un pedido de disculpas... En la escuela, además de números y letras, aprendimos todas estas cosas, y hasta tuvimos la suerte de aprendarlas jugando o experimentando.
En esos momentos aprendimos cosas fundantes que hoy debemos seguir enseñando a nuestros hijos: que la violencia nunca sirve para resolver nada (porque crea más problemas), que es importante tomarse un tiempo para pensar, que está bien decir lo que sentimos y creemos, que todos somos distintos y eso es bueno, y que ningún ser humano es más importante que otro, que la solidaridad es imprescindible...
Hay un proverbio africano que dice: “Para educar a un niño hace falta todo un pueblo”. Por eso estas palabras están dirigidas a todos los adultos aquí presentes, seamos padres, madres o maestros: porque todos somos “maestros de la vida”. Todos somos responsables de la educación de los chicos y de la sociedad que estamos construyendo. Sigamos educando, juntos, a nuestros hijos. Juntos, cada uno desde su lugar, desde su espacio, padres y maestros. Ese es el desafío. No perdamos la oportunidad de enseñar con el ejemplo, de marcar los límites con claridad y con ternura, de decirles a los chicos qué está bien y qué está mal, de ser coherentes y sostener con los actos lo que pensamos y decimos; de luchar por lo que sabemos justo; de mostrarles que, aunque a veces parezca más difícil, siempre es mejor cuando los proyectos son colectivos.
Y, ahora sí, unas palabras especialmente dedicadas a ustedes, quienes eligieron trabajar en educación:
Gracias, maestros, por hacer de la escuela el lugar colectivo más confiable y el que brinda el amparo más profundo. Gracias por trabajar con orgullo en la educación pública. Gracias por creer que la escuela pública no es “la escuela de los pobres” sino, ante todo, aquella que garantiza la igualdad de oportunidades, el lugar donde se cumple el derecho que todos los niños tienen de aprender. Gracias por el compromiso, que hace de los alumnos sujetos responsables y críticos. Gracias por los números y las letras, que hacen que nuestros hijos se conviertan en seres sabios y libres, sin duda más bellos y más buenos que nosotros. Gracias por alimentar en nuestros hijos la alegría del compartir, la esperanza de un mañana mejor y la magia de hacer los sueños realidad.
Galerai, 2008, Esc. 16
* * *

lunes, 13 de agosto de 2012

Aprender de los niños



Fui a un recital de música infantil el 17 de julio en el Picadero. No la pasamos bien. A modo de compensación, los organizadores nos invitaron a un nuevo espectáculo. Transcribo la carta en la que cuento lo ocurrido: 

Gracias, ante todo, por el ofrecimiento. 

Tardé en responder por varias razones: en primer término, porque no estábamos (ni mis dos hijos ni yo) en Buenos Aires y, luego, el regreso de las vacaciones se nos hizo por razones diversas un tanto complicado. 
Pero, por otra parte, lo que pasó durante la función de Pescetti (martes 17 de julio) fue para nosotros tema de conversación en más de una ocasión... y a veces es bueno tomarse un tiempo para reflexionar, para pensar antes de responder. Quizás para ustedes esto resulte irrelevante, y hasta lo entiendo, pero espero comprendan que para mí (que además de madre soy docente) todo acontecimiento en el que dos niños son protagonistas resulta, de una u otra forma, una oportunidad para aprender. 

Resumo brevemente lo ocurrido: 


Tenía 1ra fila, había sacado las entradas en efectivo, en la boletería del teatro, al poquísimo tiempo en que se pusieron a la venta. Ese mismo 17 dudé hasta último momento en ir porque el más chico había estado la noche anterior con fiebre. Salimos una hora y cuarto antes de Mataderos pero el tránsito ese día (cuándo no) era un trastorno. En el viaje jugamos a no ponernos nerviosos: practicamos canciones, contamos algunos chistes, los chicos repasaban los carteles mientras yo les contaba de Teatro Abierto y que ese lugar, el Picadero, había sido incendiado durante la dictadura ... Llegamos al teatro una vez iniciado el espectáculo. Se nos permitió el ingreso. La sala estaba llena. Las butacas correspondientes a las entradas que había pagado estaban ocupadas. Las acomodadoras o responsables de sala dijeron: "Está ocupado ahora" "No puede sentarse ahí" "Usted llegó tarde" "No vaya" "No se meta" "Tenemos otra ubicación acá cerquita". (A esa altura no me hubiera extrañado que además preguntaran: "¿Saca usted a su niño con fiebre?" "¿Pagó el monotributo?" "¿Trajo la fe de bautismo?"). Sospeché que no me iban a solucionar el problema. Entre un tema y otro me acerqué a las butacas, en las que estaban sentadas dos niñas y una señora. Me acerqué a la mujer pero no hablé con las niñas (no tenían la culpa de nada: ni del teatro ni de su madre ni de haber llegado tarde o temprano). Intenté hablar con la mujer, explicarle, pero dijo: "A mí no me importa. Con vos no hablo". Al parecer, sus asientos también estaban ocupados cuando llegó, entonces optó por lo que muchos: "Si a mí me cagan, yo cago a otros". Casi entiendo el razonamiento, aunque no lo comparto. 

¿Qué hacer? 

La gente de alrededor empezaba a impacientarse, miraban de reojo, chistaban. Mezquinamente entendible, ¿no?: chistaban quienes habían pagado sus entradas, estaban cómodamente sentados y no querían perderse ni una palabra del artista del momento; chistaban porque así hacían valer su derecho-a-no-ser-molestados. 

¿Qué hacer?

Aunque quería, no insistí. Persistir en el reclamo iba a resultar un escándalo. Tenía razón, pero el costo de una exposición hubiera sido mayor que perder las butacas. 
Entonces nos sentamos en la escalera: mis hijos, yo, los rulos de Simón, los carteles, las camperas, la mochila, la bufanda de Galileo, las figuritas, el libro, los guantes, todo junto y amontonado como si tuviéramos que darnos calor por tanto hielo. 
Allí nos quedamos todo el rato. Sin duda, el fuego de la música funcionó. El arte siempre es salvador. 
Hacia el final del show, alguna de las responsables del espectáculo se acercó, se disculpó, explicó, recalcó que no había habido ni mala intención ni sobreventa de entradas, y me ofreció entradas para otro show. 

Como reparación ante una injusticia, agradezco el ofrecimiento. 
Ahora me entero que Pescetti vuelve a tocar, y ese es el show que -considero- correspondería compartir con mis hijos. 

Yo no sé qué habrán aprendido los otros chicos que estaban ese día. Aunque suene raro, a mí me enorgullece que los míos hayan conocido el Picadero. Experimentaron (porque vivenciar es otra forma de aprendizaje) la vergüenza y la bronca, la aceptación y la alegría. Tal vez hayan aprendido que aun teniendo razones a veces es mejor el silencio. También supieron del ofrecimiento de ustedes, y aprendieron que siempre hay formas de reparar y vale la pena apostar a la confianza.

El domingo 26 de agosto volvimos al Picadero a ver a Pescetti. Gracias. Estuvo genial. 

domingo, 8 de julio de 2012

Lamentablemente


1.
...El año pasado asumí como rector y con los recursos hicimos lo que estábamos acostumbrados: clases de apoyo. Y la verdad es que era más de lo mismo: en las extraclases se repetía lo mismo que durante el turno, y a veces con la misma profesora y la similar metodología. Ahora, con más tiempo, se nos ocurrió este proyecto de talleres extraclase, con el objetivo de que los alumnos se sientan parte. Dicho en sencillo: si se enganchan con los talleres, quizás también se enganchen con la escuela. Es que esta institución educativa tiene un nombre, ¿sabés? No es igual a otras. Tiene una impronta. Y ellos (los alumnos) muchas veces no pueden soportar la exigencia, lamentablemente.

2.
No sé por qué en vez de hablar de los talleres, el docente empezó a hablar de lo que hacían en clase de Literatura. Lo cierto es que el rector, desde el otro lado de su escritorio, indicó:
Decile lo que están leyendo.
El tono que utilizó fue casi el de un reproche, como si hubiera dicho: “Ahora vas a ver”, “con esto te callás”, “quién te creés que sos”.
Y entonces el profe comenzó con una enumeración de nombres, títulos, autores, géneros “esto para 4to... esto para 5to... además lo relacionamos con... porque ellos se quejan pero les gusta...” Algunos libros los había leído y otros -debo admitir- ni los conocía.
¿Todo eso en el primer trimestre?”, recuerdo que me pregunté. Y no porque dudara de la veracidad del inventario dado, sino justamente por lo contrario: era cierto, ese profesor de Literatura había dado todos esos libros en menos de tres meses de clase. ¿Semejante cantidad de lecturas asegura qué? ¿Cuál es el objetivo de leer mucho? ¿Acaso leer mucho es leer mejor? ¿Catálogo de libros + acopio de contenidos = alumnos lectores o pretensión academicista del programa? ¿El encuentro entre lectores y libros ya fue garantizado en esta escuela?

3.
El docente aclara que, aunque da clases en los años superiores, “los que más me preocupan son los chicos”. Desde cierta vez que alguien me hizo notar cómo está formada la palabra (pre-ocuparse), no puedo dejarla pasar ante mis oídos sin advertirla. Cuando pregunté la razón de esa inquietud, mencionó que no sólo porque “el nivel de fracaso es mayor en los primeros años”, sino también porque “son los más frágiles... es lamentable lo poco que leen o que no escriben”. Además pertenecen a este grupo más vulnerable “los que entran nuevos” porque entre ellos hay algunos “que casi no hablan”. En este punto se habló de “revincular con la escuela”. Me pregunto si de verdad es así. No me quedó del todo claro si el espacio está pensado para estos alumnos que están un poco afuera, o más bien está dirigido a los alumnos a los que les gusta Literatura, y entonces la escuela les ofrece un espacio extra para seguir incentivándolos en la lectura y formándolos como eximios poetas.

4.
Cuando salí, encontré un grupo de adolescentes en la parada del colectivo. Hablaban de profesores, de materias, de tareas. Eran de secundaria, parecían chicos... ¿Primer año, tal vez? (¿Pertenecerían al grupo de los más vulnerados, esos mismos chicos que tanto les preocupan a los docentes de las escuelas de elit?) No podía quedarme con la duda, así que les pregunté si venían de esa escuela maravillosa. 
No, ¿por?
Bueno, quería saber qué opinaban de ese colegio, cómo era, si estaban a gusto...
Y... más o menos —dijo uno.
¿En qué sentido? —pregunté.
Dicen que cuando salen, están drogándose.
El comentario, dicho con ironía, hizo que nos riéramos todos. Había impuesto la voz, exagerando una preocupación fingida. Qué bueno: uno de mis interlocutores había resultado ingenioso y divertido. Con un tono más reflexivo, otro confesó:
Yo quería ir ahí pero no quedé. El ingreso es por sorteo, y yo no salí... 
Su compañero volvió a tomar la palabra y me dijo:
Pero igual, si tenés un hijo, no lo mandes a esa escuela, eh... por las dudas.
Creo que tenés razón. No lo voy a mandar ahí. Además, me queda un poco trasmano, lamentablemente.

viernes, 2 de marzo de 2012

despedida de contextos de encierro

Siempre es difícil elegir palabras para una despedida. Sasturain empieza Manual de perdedores así: 
"Podría comenzar este relato diciendo que uno no puede jubilarse de lo que ama. Ya sea una mujer que nos hipotecó la adolescencia, un líder que nos ganó la vida o una camiseta con el color de la victoria. O mejor: nadie puede jubilarse de los sueños sin enloquecer".
¿Acaso puedo separarme, de un día para el otro, de aquello que durante estos últimos años fue para mí: trabajo, dulzura y alimento?

Soy una convencida de que las ideas y los afectos que circulan por la escuela no se terminan con un ciclo lectivo. Es más, pienso que siguen creciendo. Quizás de otra manera o desde otros lugares, pero crecen y se hacen cada vez más fuertes. 

Me gusta dar clases en contextos de encierro. Me voy del Cens de Devoto porque tengo la necesidad de estar y trabajar en proyectos nuevos, más confiables y más amables, en los que pueda creer y crecer, a los que pueda alimentar. 

Las pasiones en las que creía cuando empecé la tarea en ese lugar son las mismas que me encienden hoy: 
- la literatura como un discurso creador de mundos nuevos
- la mirada crítica del mundo que nos rodea, el inconformismo frente a lo que está mal o podría ser mejor, el rechazo de la injusticia, la mediocridad y la hipocresía
- la lucha por los derechos de las personas. 
- la profunda convicción de que el trabajo en educación se construye junto a seres libres y creativos (de quienes aprendo TANTO siempre)
- la alegría como método de aprendizaje y de cambio: la alegría frente a la derrota, la confusión o la desesperanza... ¡siempre la alegría!

Si pude, en este tiempo en el que fui profesora de Lengua en el Cens 24, compartir o despertar en otros algunas de estas pasiones, en verdad me siento reconfortada. Ojalá pueda reactualizar estos fuegos en cada lugar donde trabaje. 

Me sostienen mis ideas y las vivencias que me llevo de este lugar. Puro desafío. Puro aprendizaje. 

Encontré seres humanos maravillosos, compañeros y alumnos admirables, capaces de luchar por lo que creen justo y necesario. Agradezco tanta generosidad. 

Sepan disculpar el tono y las cursilerías... 
Mejor poner cuerpo y alma en lo que va a venir:





Un abrazo para siempre. 

jueves, 29 de diciembre de 2011

puf


Lo esencial es invisible a la gente lameculos, porque ni siquiera es capaz de olfatear la deshonestidad que exhala.



endurecerse se parece a veces a decepcionarse, a no esperar, a dejar de confiar (a no confiar tanto, para que la desilusión duela menos). Y si el objetivo es desafectarse, seguramente en esos casos perdamos sentires (deseo, ganas y hasta ternura).
No sé cuál es la medida para medir los lazos que establecemos con otros, pero sin duda el objetivo es construir relaciones más sinceras.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Minúscula certeza


"porque estamos de paso en esto nuestro"
 
Al fin y al cabo y después de todo, 
a pesar de todo y antes que nada, 
a lo mejor, tal vez, quizás, probablemente

acaso 

de no ser por vos, 
yo me muriese inadvertido.

Horus

 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Correspondencias

¿Vio la adrenalina que usted siente cuando da clases?
¿Vio su felicidad, sus ganas?
No me diga que no, porque se le nota.
Bueno, esa misma adrenalina es la que yo siento cuando voy de caño.

Esa pasión uno la lleva en la cabeza, pero después la siente en la sangre. ¿O acaso a usted no le pasa lo mismo?
(el oriental)


sangre
poca
pobre
tonta
sangre
cara
sucia
tonta
sangre
lenta
fácil
tonta
sangre
quieta
dura
tonta
sangre
sangre
sangre va
lamiendo va la sangre
para el viento
y va la sangre
para suavemente al tiempo
y va sintiendo
el pensamiento
chupa sangre
toma sangre
ama sangre
buena sangre
sin pecado
sangre
sin aliado
sangre
robótica sangre
musical sangre
matemática sangre 
Los Visitantes 

martes, 1 de noviembre de 2011

Palabras Maestras

López Torres. Retrato, 1934
A mi viejo, en primero inferior, por cabecita negra recién llegado del campo, la maestra se empecinaba en maltratarlo.
- ¿Quién es el más burro de la clase?-, así daba los buenos días.
- Herreeeeera-, contestaban los pobres alumnos, temerosos bufones, lisonjeros, papas fritas.... 

Pero increíblemente un día mi viejo se animó a contarle a su madre, que era extranjera pero no boluda, desprovista de plata pero no de sabia ternura, y se fue hasta el mismísimo Consejo de Educación (o lo que fuera en ese momento el ministerio) y logró (reto mediante) que la maestra dejara de joderle la vida a su hijo.
 

En verdad la anécdota no es mía, y no recuerdo haberla escuchado de pequeña, pero de grande descubrí que me atraviesa: heredé de ella (de la anécdota, pero también de esa mujer-madre a quien no-conocí-abuela) esa costumbre de no poder quedarme callada, de no naturalizar la injusticia, porfiada en que debe haber otra manera de hacer las cosas.

Autobiografía lingüística

  • Antes, una pregunta: ¿cómo se hace para hablar de la relación que se ha venido manteniendo con la lengua (algo así como una historia propia del uso de las palabras) sin hablar de una? ¿cómo decir aquello que me nombra, me identifica, me niega o da vida sin que aparezca un sujeto? ¿cómo hablar de lo que tanto otros como yo elegimos en cada acto para mostrar qué somos? Entonces: imposible no hablar de mí en esta autobiografía lingüística. Sepan perdonar psicologismos aventurados. Hecha la aclaración, hecha la lengua.
  • Mis primeras relaciones con la lengua fueron de la mano de mis primeras relaciones con el mundo. Y el mundo, hasta mis cinco años, era una familia numerosa y bastante tradicional, en la que a las mujeres se les tenía permitido verborragiar sus cuitas y a los hombres no solo se les negaba llorar sino también expresarse a través del don de la palabra.
  • En un mundo tan poblado de adultos (padres, hermanos, tíos, abuelos), o enmudecía enterrada por palabras ajenas, o me abría paso a grito pelado. La lengua fue para mí una herramienta en el combate de la comunicación cotidiana. Por eso creo que fui tan locuaz de pequeña (y quizás sea esta la causa de que haya aprendido a leer y a escribir tan rápido): porque tenía que dar todo el tiempo explicaciones, defenderme, acusar, pedir ayuda, hacer mandados, atender el teléfono, contestar preguntas... trabajo por demás agotador (lingüísticamente hablando), si se tiene en cuenta que, por ser la más chica, además debía verbalizar dos o tres caprichos por día y recitar de memoria algunas coplas que me aseguraran seguir siendo la más mimada.
  • Las palabras eran, ante todo, de mujeres, en mi casa o en la escuela. Eso no quiere decir, claro, que fueran palabras ciertas, o creíbles, o sensatas. No. Porque las mujeres usábamos la lengua con tanta facilidad que siempre latía la sospecha de la mentira, o de la exageración, o de la locura.
  • Bueno, soy franca: en mi caso, latían puras certezas de imprudencia en las palabras que pronunciaba. Lo testimonia la anécdota que sigue: a mis siete años, durante una tórrida noche veraniega, en la heladería barrial le pregunté casi a gritos a mis hermanos mayores qué quería decir "telo", esa palabra que ellos habían nombrado, una y otra vez, en una conversación de la tarde. Hago la cuenta: más de tres o cuatro horas estuve masticando significados posibles, y la pregunta (imprudente) me valió un cachetazo. Ahí aprendí que hay cosas que no se dicen, o no deben decirse. Pero sobre todo aprendí que las palabras tenían un plus, podían ofender o sorprender o incomodar, mi palabra podía doler tanto o más que un cachetazo.
  • (¿Qué hice con eso, con ese demonio, con ese poder?, podría preguntarme). 
     
     
  • En la escuela nunca me enseñaron a reflexionar sobre el lenguaje. O nunca me lo aprendí. Lengua era una parte del conocimiento parecida (en el mejor de los casos) a la lógica. Filas, columnas, tablas, cajones y listas de vocabularios interminables, clasificaciones de lo más diversas, análisis de todo tipo y factor...
  • Sin embargo, el lenguaje estaba ahí, vivo, en la escuela, todo el tiempo... hablando, y si en algún momento reflexionábamos acerca de él, era porque se imponía en el análisis de un cuento, o en una frase hiriente de un compañero, o en un comentario irónico de un docente. Nunca fue tema del día "El doble sentido, la ironía y otros juegos del lenguaje". Sí jugué esos juegos en la escuela (y en la vida), fui carne y asador de opiniones sarcásticas, de piropos bien o mal intencionados, de cursilerías reproducidas año tras año en los cuadernos, de frases explosivamente graciosas, de voces o puteadas de moda que se quedaban pegadas como babosas al término de cada oración... Sí usé y escuché usar la lengua para esto, pero en Lengua no se hablaba de estas cosas; a lo sumo, algún sermón en contra de las malas palabras.
  • Ahora (para las que me conocen) una obviedad: tampoco aprendí el silencio. O lo que es lo mismo: cómo decir sin decir. O qué no dicen las palabras (no porque no quieran, si no porque no saben). O qué digo si callo. O qué callar para no equivocarme... Algo que tal vez desande la verborragia infantil: el silencio como defensa, como escudo, como otra forma de explicar.
  • "Sujeto" es una palabra cuyo significado construí plenamente cuando ya había terminado la secundaria. No quisiera ponerme dogmática, pero se me ocurre que eso, para un docente, debe ser imperdonable.
  • O tal vez no. Tal vez tenga que ver con la materialidad de nuestro objeto de estudio (hecha la lengua, hecha la trampa), siempre cambiante, yendo y viniendo de boca en boca, de cuerpo a oído, de acto a palabra. A veces es tal el palabrerío, que la comunicación con otro ser humano es en sí misma una alegría. 

sábado, 22 de octubre de 2011

89 %


La docente del curso (1er trimestre con 89% de desaprobados) es una chica jovencita. Y dice:

- De arriba siempre te piden que cambies la nota
- ¿Y ahora resulta que no puedo poner aplazos?
- Les doy tarea
- Explico en clase, y que estudien en su casa
- No somos los docentes los que debemos cuestionarnos
- No traen los materiales, no se esfuerzan, no hacen la tarea... Si ellos no estudian, yo no puedo hacer nada

La supervisora se exaspera cuando ve las notas. Y (como si hubiera escuchado los argumentos de la docente) dice: 

- Yo no te pido que cambie la nota.
- Con esas notas, los perdí de por vida... Yo hago un acuerdo: si le va un 2, le dejo un 4.
- Sabemos que, fuera de la escuela, no podemos contar con que lo hagan.
- Tenemos que reconocer que los tengo que poner a estudiar adentro del aula.
- Es un replanteo que varios docentes deben hacerse.
- Tenemos que trabajar hacia adentro de la institución. Dejemos de poner las tintas sobre los chicos que no estudian.

- Si faltar el respeto a tu trabajo, te pregunto: ¿Qué creés que es ser docente? 

jueves, 20 de octubre de 2011

Absorbés con tu pelo
nuestras mañanas grises

y nos pintás
con palabras de justos
rojos, verdes y amarillos

voz: δρακων

sábado, 15 de octubre de 2011

una torre

El que compró alumno, recibirá torre;
el que compró torre, recibirá alumno.

De costado y sin mirarme, anuncia su nombre:
- Soy Torres. Pablo Torres.
Con el golpe de la indiferencia, expone el desafecto y la costumbre.
Acepta la escritura pero no hay caso: 
no hay huella, sentido o cercanía que narrar.  

Ante mí, una torre
remota y displicente
de apenas 25 años.
¿Qué príncipe se oculta? ¿qué héroe ilusionado?
¿guerrero herido o poeta temerario?
¿Qué ladrillos levantaron los cimientos?
¿En qué tiempos comenzaron los encierros?
(al niño Torres ¿lo atrapaban en la escuela?
al joven Torres ¿lo cercaba el desamor?)

Ante mí, una torre
intrincada y entrañable 
que me invita.
Tan próxima está que busco palas, armo picos,
catapultas de palabras recobradas
imagino cercanías, parecidos,
mecanismos que derriben las paredes, escaleras, las sospechas. 
 
Atalaya de los sueños:
fijá un hito que señale dónde descubrir la calle, la tierra, el mar.
Dulces 25:
arrasás la indiferencia con tus ojos de ver más.