viernes, 8 de octubre de 2010

Llaves

Al tercer día del taller,
Ruiz Díaz de Vivar resucitó dentre los muertos.

Está sentado a mi izquierda y
aunque quiere
desconoce las reglas del juego.

Rengo o desmayado como Lázaro
larga palabras a andar.

Y vive
niño y adulto
como si nunca se hubiera ido de Tormes.


Mire que yo no sé jugar.
Nunca jugué a nada. Ni a las damas, ni al ludo, ni a nada. Dibujar tampoco. Cuando era chico, no aprendí... y después ya no tuve tiempo.
De chico yo laburaba con mi papá, en el taller. Pero no porque tuviera necesidad, no... Es que mi viejo tenía una discapacidad: era sordomudo... no de nacimiento, él tuvo meningitis. Era sordomudo y yo era, como quien dice, su mano derecha, su forma de comunicarse con el mundo. Donde iba mi viejo, iba yo... por eso es que siempre estuve entre grandes. No era un trabajo para mí, simplemente lo hacía, era así. Él trabajaba en el taller, todo el día, y yo lo acompañaba, hablaba por él. Y en el taller yo miraba y aprendía... así aprendí por ejemplo a abrir autos sin llaves como una picardía se podría decir, pero no como algo malo porque mi viejo no se dedicaba a esto. Yo arranqué después, cuando mi viejo murió, empecé así sin nada casi como un juego o una travesura.
Mis hermanos no estaban en el taller, yo soy el más grande de los 4 y ellos no tuvieron esa función digamos.
Igual mientras iba al taller también iba a la escuela. Fui a la primaria, pero no terminé. Llegué a 7mo grado y a mitad de año, dejé, no fui más. Mi vieja no me mandó, tal vez porque ella es una persona muy sometida: mi hijita de 3 años va y la domina.
¿Juegos? No hacía lo que hacían mis amigos, ni al fútbol jugaba, y después, cuando era más grande, los miraba y me parecía que eran cosas de chicos, ya ni me llamaban la atención.

Así que la primaria la terminé en el Instituto recién. Quedé con poco porque nunca robé con armas. Como le dije una vez, empecé de chico, como un juego o a aventura. 

voz que dice: el Vecino

1 comentario:

  1. Qué increíble este testimonio, me hizo acordar a "Sin querer", de Tolstói, que llevamos a los cursos en Lectura y Experiencia...pero esto es más que realista eh, real

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