miércoles, 5 de septiembre de 2018

CIRCENSE

¡Bienvenidos a la escuela de las necedades!
Pasen y vean:
oportunistas que destilan furias
mediocres poniendo obstáculos
barrabravas con firma y sello
cobardes lameculos, sonrisitas pendulares…
Ya hay olor a festejo: 
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¡todo queda en familia!

¿Y qué hace el señor autoridad general?: mira para otro lado.
¿Y la burócrata de turno?: labra un acta, obvio.
¿El funcionario del ministerio?: uy, agenda otra jornada.

Así estamos en la escuela
por un sillón que quedó vacante:
hambre de carrrrrgos horasssss móooodulos.
A quién le importa toda esa mierda
de la enseñanza-aprendizaje, el santo oficio
o los saberes significativos
cuando se hace del trabajo, un mercado.

A ver usted, que se sienta en el fondo…
¿No escuchó decir…?:
“El centro de estudiantes es el nuevo curro para no hacer nada”,
(gramática de los prejuicios)
“Es diciembre, no vamos a hacer tanto drama por una pavada”,
(pedagogía de la indiferencia)
“Acá el problema es la gente que hace lío”,
(didáctica del adoctrinamiento)
“Y qué querés… esta escuela es así”
(enseñanza de la resignación)

Y usted, que nunca está conforme con nada…
¿No comulga acaso con toda esa sarta de lugares comunes: “No tenemos armas”, “infradotados”, “perras calientes”, “con esa familia…”?

A ver si paramos de una buena vez
con tanto gritito
con tanto cartel
con tanto poema.
Al fin y al cabo la escuela no le cambia la vida a nadie
y acá está todo en regla.

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