-¿¡No me va a decir que gasta plata en eso?!
Me tomó del brazo y dijo:
- Ojo cómo te referís a tu compañero, eh. Mirá que eso es mi alumno favorito.
Le encanta hacer ese chiste. Me encanta creérmelo.
Pero Martín volvió al ataque. Si no podía herirme, al menos intentaría con ella:
- No entiendo cómo puede a veces gastar la plata en eso-, y señaló el objeto que la profe tenía en sus manos.
- A veces, no. Siempre. Eso es un libro, y gastar plata ....
Después se acercó a mí, me dio el libro y empezó a advertirme:
- Si te vas de traslado...
- Sí, sí, ya sé, quédese tranquila: se lo dejo a alguien acá en el pabellón, así se lo devuelven.
Pero me cortó:
- No. Si te vas de traslado, te lo llevás, al Chaco o adonde sea y, en todo caso, se lo regalás a la persona que creas que lo merece
- ¿En serio?
- No importa a quién: tu novia, un amigo, un compañero, otro preso... Pero a quien vos consideres que va a poner las mismas ganas que vos en leerlo.
Y después nos miró a todos y agregó:
- Eso es un libro. Y no tiene nada que ver ni con el gasto ni con la plata.
Yo no sé cuántas cosas hubiera querido decirle.
Antes de abrirlo imaginaba dedicatorias, pero el libro no estaba escrito. Ahora que lo pienso, me dejó esa tarea: pensar qué dedicatoria escribo cuando lo regale.