lunes, 13 de agosto de 2012

Aprender de los niños



Fui a un recital de música infantil el 17 de julio en el Picadero. No la pasamos bien. A modo de compensación, los organizadores nos invitaron a un nuevo espectáculo. Transcribo la carta en la que cuento lo ocurrido: 

Gracias, ante todo, por el ofrecimiento. 

Tardé en responder por varias razones: en primer término, porque no estábamos (ni mis dos hijos ni yo) en Buenos Aires y, luego, el regreso de las vacaciones se nos hizo por razones diversas un tanto complicado. 
Pero, por otra parte, lo que pasó durante la función de Pescetti (martes 17 de julio) fue para nosotros tema de conversación en más de una ocasión... y a veces es bueno tomarse un tiempo para reflexionar, para pensar antes de responder. Quizás para ustedes esto resulte irrelevante, y hasta lo entiendo, pero espero comprendan que para mí (que además de madre soy docente) todo acontecimiento en el que dos niños son protagonistas resulta, de una u otra forma, una oportunidad para aprender. 

Resumo brevemente lo ocurrido: 


Tenía 1ra fila, había sacado las entradas en efectivo, en la boletería del teatro, al poquísimo tiempo en que se pusieron a la venta. Ese mismo 17 dudé hasta último momento en ir porque el más chico había estado la noche anterior con fiebre. Salimos una hora y cuarto antes de Mataderos pero el tránsito ese día (cuándo no) era un trastorno. En el viaje jugamos a no ponernos nerviosos: practicamos canciones, contamos algunos chistes, los chicos repasaban los carteles mientras yo les contaba de Teatro Abierto y que ese lugar, el Picadero, había sido incendiado durante la dictadura ... Llegamos al teatro una vez iniciado el espectáculo. Se nos permitió el ingreso. La sala estaba llena. Las butacas correspondientes a las entradas que había pagado estaban ocupadas. Las acomodadoras o responsables de sala dijeron: "Está ocupado ahora" "No puede sentarse ahí" "Usted llegó tarde" "No vaya" "No se meta" "Tenemos otra ubicación acá cerquita". (A esa altura no me hubiera extrañado que además preguntaran: "¿Saca usted a su niño con fiebre?" "¿Pagó el monotributo?" "¿Trajo la fe de bautismo?"). Sospeché que no me iban a solucionar el problema. Entre un tema y otro me acerqué a las butacas, en las que estaban sentadas dos niñas y una señora. Me acerqué a la mujer pero no hablé con las niñas (no tenían la culpa de nada: ni del teatro ni de su madre ni de haber llegado tarde o temprano). Intenté hablar con la mujer, explicarle, pero dijo: "A mí no me importa. Con vos no hablo". Al parecer, sus asientos también estaban ocupados cuando llegó, entonces optó por lo que muchos: "Si a mí me cagan, yo cago a otros". Casi entiendo el razonamiento, aunque no lo comparto. 

¿Qué hacer? 

La gente de alrededor empezaba a impacientarse, miraban de reojo, chistaban. Mezquinamente entendible, ¿no?: chistaban quienes habían pagado sus entradas, estaban cómodamente sentados y no querían perderse ni una palabra del artista del momento; chistaban porque así hacían valer su derecho-a-no-ser-molestados. 

¿Qué hacer?

Aunque quería, no insistí. Persistir en el reclamo iba a resultar un escándalo. Tenía razón, pero el costo de una exposición hubiera sido mayor que perder las butacas. 
Entonces nos sentamos en la escalera: mis hijos, yo, los rulos de Simón, los carteles, las camperas, la mochila, la bufanda de Galileo, las figuritas, el libro, los guantes, todo junto y amontonado como si tuviéramos que darnos calor por tanto hielo. 
Allí nos quedamos todo el rato. Sin duda, el fuego de la música funcionó. El arte siempre es salvador. 
Hacia el final del show, alguna de las responsables del espectáculo se acercó, se disculpó, explicó, recalcó que no había habido ni mala intención ni sobreventa de entradas, y me ofreció entradas para otro show. 

Como reparación ante una injusticia, agradezco el ofrecimiento. 
Ahora me entero que Pescetti vuelve a tocar, y ese es el show que -considero- correspondería compartir con mis hijos. 

Yo no sé qué habrán aprendido los otros chicos que estaban ese día. Aunque suene raro, a mí me enorgullece que los míos hayan conocido el Picadero. Experimentaron (porque vivenciar es otra forma de aprendizaje) la vergüenza y la bronca, la aceptación y la alegría. Tal vez hayan aprendido que aun teniendo razones a veces es mejor el silencio. También supieron del ofrecimiento de ustedes, y aprendieron que siempre hay formas de reparar y vale la pena apostar a la confianza.

El domingo 26 de agosto volvimos al Picadero a ver a Pescetti. Gracias. Estuvo genial. 

domingo, 8 de julio de 2012

Lamentablemente


1.
...El año pasado asumí como rector y con los recursos hicimos lo que estábamos acostumbrados: clases de apoyo. Y la verdad es que era más de lo mismo: en las extraclases se repetía lo mismo que durante el turno, y a veces con la misma profesora y la similar metodología. Ahora, con más tiempo, se nos ocurrió este proyecto de talleres extraclase, con el objetivo de que los alumnos se sientan parte. Dicho en sencillo: si se enganchan con los talleres, quizás también se enganchen con la escuela. Es que esta institución educativa tiene un nombre, ¿sabés? No es igual a otras. Tiene una impronta. Y ellos (los alumnos) muchas veces no pueden soportar la exigencia, lamentablemente.

2.
No sé por qué en vez de hablar de los talleres, el docente empezó a hablar de lo que hacían en clase de Literatura. Lo cierto es que el rector, desde el otro lado de su escritorio, indicó:
Decile lo que están leyendo.
El tono que utilizó fue casi el de un reproche, como si hubiera dicho: “Ahora vas a ver”, “con esto te callás”, “quién te creés que sos”.
Y entonces el profe comenzó con una enumeración de nombres, títulos, autores, géneros “esto para 4to... esto para 5to... además lo relacionamos con... porque ellos se quejan pero les gusta...” Algunos libros los había leído y otros -debo admitir- ni los conocía.
¿Todo eso en el primer trimestre?”, recuerdo que me pregunté. Y no porque dudara de la veracidad del inventario dado, sino justamente por lo contrario: era cierto, ese profesor de Literatura había dado todos esos libros en menos de tres meses de clase. ¿Semejante cantidad de lecturas asegura qué? ¿Cuál es el objetivo de leer mucho? ¿Acaso leer mucho es leer mejor? ¿Catálogo de libros + acopio de contenidos = alumnos lectores o pretensión academicista del programa? ¿El encuentro entre lectores y libros ya fue garantizado en esta escuela?

3.
El docente aclara que, aunque da clases en los años superiores, “los que más me preocupan son los chicos”. Desde cierta vez que alguien me hizo notar cómo está formada la palabra (pre-ocuparse), no puedo dejarla pasar ante mis oídos sin advertirla. Cuando pregunté la razón de esa inquietud, mencionó que no sólo porque “el nivel de fracaso es mayor en los primeros años”, sino también porque “son los más frágiles... es lamentable lo poco que leen o que no escriben”. Además pertenecen a este grupo más vulnerable “los que entran nuevos” porque entre ellos hay algunos “que casi no hablan”. En este punto se habló de “revincular con la escuela”. Me pregunto si de verdad es así. No me quedó del todo claro si el espacio está pensado para estos alumnos que están un poco afuera, o más bien está dirigido a los alumnos a los que les gusta Literatura, y entonces la escuela les ofrece un espacio extra para seguir incentivándolos en la lectura y formándolos como eximios poetas.

4.
Cuando salí, encontré un grupo de adolescentes en la parada del colectivo. Hablaban de profesores, de materias, de tareas. Eran de secundaria, parecían chicos... ¿Primer año, tal vez? (¿Pertenecerían al grupo de los más vulnerados, esos mismos chicos que tanto les preocupan a los docentes de las escuelas de elit?) No podía quedarme con la duda, así que les pregunté si venían de esa escuela maravillosa. 
No, ¿por?
Bueno, quería saber qué opinaban de ese colegio, cómo era, si estaban a gusto...
Y... más o menos —dijo uno.
¿En qué sentido? —pregunté.
Dicen que cuando salen, están drogándose.
El comentario, dicho con ironía, hizo que nos riéramos todos. Había impuesto la voz, exagerando una preocupación fingida. Qué bueno: uno de mis interlocutores había resultado ingenioso y divertido. Con un tono más reflexivo, otro confesó:
Yo quería ir ahí pero no quedé. El ingreso es por sorteo, y yo no salí... 
Su compañero volvió a tomar la palabra y me dijo:
Pero igual, si tenés un hijo, no lo mandes a esa escuela, eh... por las dudas.
Creo que tenés razón. No lo voy a mandar ahí. Además, me queda un poco trasmano, lamentablemente.

lunes, 2 de abril de 2012

mensaje en una botella



palabras que navegan un mundo y otro
dicen la alegría 
de saber que estás en tercer año

espero que andes bien, 
que te bajonees solo en las películas
y que la realidad vaya adoptando
poco a poco 
la forma de tus sueños


jueves, 29 de marzo de 2012

Los salvajes

a los alumnos de 3º 2ª
Creen que son:
feroces como hienas
audaces como zorros en la noche
            como lobos en la nieve
bellos como cisnes en lagos encantados de cuentos con hadas y príncipes azules
sensuales como pavos reales
furiosos de colores, andar incandescente
inmortales como héroes
                como estatuas
                como imágenes divinas.

Hay quienes los prefieren
bien quietitos como peces en sus jaulas
mariposas encerradas en un cuadro
o pingüino embalsamado y atrapado adentro de un museo.

Los he visto
aletear blancas las alas
                                  colibríes
imaginar paraísos submarinos
como pez nacido en cautiverio
hacedores de un misterio coralino que se arrastra en lo profundo
abrazar alegrías como pulpos
y cazar cucarachas como gatos
ahuyentar lluvias / ratas como gritos /
despedidas /serpientes como miedos / la pobreza.

Vendrá un tiempo
en que la tierra será de ustedes, los salvajes,
y no habrá cauces en los ríos
manera ni cerrojo
que contenga la embestida.


con Mechi, pura compañía
La consigna era describir a una persona a partir de comparaciones con animales. Las chicas y los chicos de 3er año de la Técnica 32 tomaron el ejercicio pero con una condición: su profesora de Castellano también debía realizar la descripción. Y agregaron más detalles: ellos iban a ser los reseñados.
No acepto amenazas, pero estaba claro que si no cumplía, hacerlos trabajar iba a estar difícil. 

viernes, 2 de marzo de 2012

despedida de contextos de encierro

Siempre es difícil elegir palabras para una despedida. Sasturain empieza Manual de perdedores así: 
"Podría comenzar este relato diciendo que uno no puede jubilarse de lo que ama. Ya sea una mujer que nos hipotecó la adolescencia, un líder que nos ganó la vida o una camiseta con el color de la victoria. O mejor: nadie puede jubilarse de los sueños sin enloquecer".
¿Acaso puedo separarme, de un día para el otro, de aquello que durante estos últimos años fue para mí: trabajo, dulzura y alimento?

Soy una convencida de que las ideas y los afectos que circulan por la escuela no se terminan con un ciclo lectivo. Es más, pienso que siguen creciendo. Quizás de otra manera o desde otros lugares, pero crecen y se hacen cada vez más fuertes. 

Me gusta dar clases en contextos de encierro. Me voy del Cens de Devoto porque tengo la necesidad de estar y trabajar en proyectos nuevos, más confiables y más amables, en los que pueda creer y crecer, a los que pueda alimentar. 

Las pasiones en las que creía cuando empecé la tarea en ese lugar son las mismas que me encienden hoy: 
- la literatura como un discurso creador de mundos nuevos
- la mirada crítica del mundo que nos rodea, el inconformismo frente a lo que está mal o podría ser mejor, el rechazo de la injusticia, la mediocridad y la hipocresía
- la lucha por los derechos de las personas. 
- la profunda convicción de que el trabajo en educación se construye junto a seres libres y creativos (de quienes aprendo TANTO siempre)
- la alegría como método de aprendizaje y de cambio: la alegría frente a la derrota, la confusión o la desesperanza... ¡siempre la alegría!

Si pude, en este tiempo en el que fui profesora de Lengua en el Cens 24, compartir o despertar en otros algunas de estas pasiones, en verdad me siento reconfortada. Ojalá pueda reactualizar estos fuegos en cada lugar donde trabaje. 

Me sostienen mis ideas y las vivencias que me llevo de este lugar. Puro desafío. Puro aprendizaje. 

Encontré seres humanos maravillosos, compañeros y alumnos admirables, capaces de luchar por lo que creen justo y necesario. Agradezco tanta generosidad. 

Sepan disculpar el tono y las cursilerías... 
Mejor poner cuerpo y alma en lo que va a venir:





Un abrazo para siempre. 

martes, 28 de febrero de 2012

Ni sé si fue esa vez que me pegaron, no importa: los golpes de la yuta no duelen; son los otros, los golpes de la vida, los que duelen de verdad

voz que dice: el Mago



hoy

te pregunto:

¿en qué lugares se esconde la magia
que no la veo?

jueves, 29 de diciembre de 2011

puf


Lo esencial es invisible a la gente lameculos, porque ni siquiera es capaz de olfatear la deshonestidad que exhala.



endurecerse se parece a veces a decepcionarse, a no esperar, a dejar de confiar (a no confiar tanto, para que la desilusión duela menos). Y si el objetivo es desafectarse, seguramente en esos casos perdamos sentires (deseo, ganas y hasta ternura).
No sé cuál es la medida para medir los lazos que establecemos con otros, pero sin duda el objetivo es construir relaciones más sinceras.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Amor técnico (poema esdrújulo)

Descubrí que yo en el amor
no soy matemático no tengo brújula. 

Desde que te conocí
ya no soy cómico
no soy estratégico
tampoco héroe.

Tu fiel sentimiento
a resistirte es táctico,
fantástico y pacífico.

Pero esto es símbolo
de levantarme
todos los días
en conquistarte.

Es la rutina
de la no rutina
lo que hace hermoso eso
y sobre todo
las noches
que te conquisto.

                         Transimaco

martes, 20 de diciembre de 2011

Vocativos

En la cárcel, "rocho" no solamente explica la causa, también es vocativo que hasta connota afecto. Hay valentía, reconocimiento de una condición que enorgullece cuando se pronuncia. En este sentido, sinónimos de "rocho" son "rancho" y "ñeri". 

"Hacer rancho" con alguien es compartir comida, tele, estadía en el penal. A veces es sinónimo de compañero: "te presento a Juan, es mi rancho". Y de ahí pasó a usarse como vocativo, casi como señal de afecto o reconocimiento: "¿Qué hacés, rancho? ¿Cómo te fue en el juicio?". 


De todas, la que más me gusta es "ñeri". Intuyo que es un apócope del diminutivo de "compañero"... hay tanta ternura ahí.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Minúscula certeza


"porque estamos de paso en esto nuestro"
 
Al fin y al cabo y después de todo, 
a pesar de todo y antes que nada, 
a lo mejor, tal vez, quizás, probablemente

acaso 

de no ser por vos, 
yo me muriese inadvertido.

Horus

 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Correspondencias

¿Vio la adrenalina que usted siente cuando da clases?
¿Vio su felicidad, sus ganas?
No me diga que no, porque se le nota.
Bueno, esa misma adrenalina es la que yo siento cuando voy de caño.

Esa pasión uno la lleva en la cabeza, pero después la siente en la sangre. ¿O acaso a usted no le pasa lo mismo?
(el oriental)


sangre
poca
pobre
tonta
sangre
cara
sucia
tonta
sangre
lenta
fácil
tonta
sangre
quieta
dura
tonta
sangre
sangre
sangre va
lamiendo va la sangre
para el viento
y va la sangre
para suavemente al tiempo
y va sintiendo
el pensamiento
chupa sangre
toma sangre
ama sangre
buena sangre
sin pecado
sangre
sin aliado
sangre
robótica sangre
musical sangre
matemática sangre 
Los Visitantes 

sábado, 12 de noviembre de 2011

Reglas

Guayasamín
(poema de un alumno)

Veo que no estás:
no en los sueños
ni en mis labios
ni tu aroma en mi cuerpo. 

Toso y es invierno.

Un olor imperceptible
me detiene
como el eucalipto
en mi infancia.

Las flores venenosas
como vos
envenenan cada vez
más, que les hacen
el amor.

Yo sigo fiel
a mis 2 reglas:

“Los primeros contratos
se firman en la cama”
y “a las mujeres
hay que buscarlas
por el arte
no por el orto”.

Por ello
te elegí:
por mi sabor
dulce
clamando por vos
aún en invierno.

Transimaco

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Manifiesto


Nosotros
los marihuaneros de toda la República Argentina, les declaramos la guerra a todas las otras drogas no permitidas, que son las que crean adicciones. 


Porque
ellas destruyen nuestra salud,
flaquean nuestras mentes, 
destruyen sueños 
y, lo más importante, 
nos matan de la peor manera: 
la sobredosis. 


Nosotros estamos hoy reunidos
no para hacer una apología del delito sino 
para 
fumarnos un par de fasos, reírnos, conversar y bajonearnos algo rico


A.M.A. 
(Asociación Marihuaneros Argentinos)

PD: Si es dulce, mejor. 

Algunos de los textos trabajados en clase durante el 2011: 
y Manifiesto, un género entre la política y el arte, de Mangone y Warley