domingo, 24 de marzo de 2013

24 de marzo: Paula Santoro y Jorge Sobrado en la técnica

Docentes y preceptores.



El centro de estudiantes propuso a Jorge Sobrado (militante de la CeProDH). La rectoría, a Paula Santoro (hija de Roberto Santoro, el poeta desaparecido en 1977). 
Los profes de Lengua nos juntamos, evaluamos aciertos y errores, nos enfrascamos en debates eternos, recuperamos amores y nos pusimos a trabajar: armamos actividades previas en las aulas, presentamos a los invitados, coordinamos lo que pudimos y... ahora volvemos otra vez a cranear cómo seguir. 


Entrevista a Paula Santoro y Jorge Sobrado
¿Qué preguntas hicieron los adolescentes?

Para romper el hielo: 
La actividad, optativa. Masiva participación estudiantil. 
  • ¿De qué cuadro sos? 
  • ¿Qué música te gusta?
  • ¿Cuál es tu trabajo?
Sobre la época: 
  • ¿Cuántos años tenías en ese momento?
  • ¿Cómo era vivir en esa época?
  • ¿Qué cosas estaban prohibidas? 
  • ¿Cómo se divertían los jóvenes? 
  • ¿Cómo cambió el vínculo con tu familia o amigos por la dictadura? 
  • ¿Cómo era la seguridad en ese entonces? 
  • (a Paula) ¿Qué pensaste en ese momento que había ocurrido con tu padre? ¿Sabés qué pasó efectivamente con él? 
  • ¿Cómo te explicó tu mamá lo que había pasado con tu papá? 
Las causas: 
  • ¿Por qué te detuvieron? 
  • ¿Por qué se llevaron a tu padre?
Después: 
  • ¿Pasó por tu mente la venganza? 
  • ¿Qué cambió y qué no desde esa época hasta ahora? 
  • ¿Qué sentís cuando ves militares? 
  • ¿Es difícil vivir con esa nostalgia? 
  • ¿Qué lección para tu vida te dejó lo que pasó?
En el centro, los invitados: Paula Santoro y Jorge Sobrado.

"Una cosa sé y muy importante: el asunto no es ser optimistas sino apasionados. Frente a tanta indiferencia, el camino es poner sangre en las cosas; pegarle al mundo que nos rodea, la vitalidad de la acción. No un sistema de ideas estático; queremos ideas que se muevan, que puedan ser puestas en práctica. Y no nos asusta el error porque, si muchas veces nos equivocamos, fue porque muchas veces emprendimos acciones, por entender que de nada valen las pulcras teorías si no van acompañadas del trabajo." 
Discurso para el acto de la Alianza Nacional de Intelectuales - Palabras de Roberto Santoro el 10 de abril de 1964, una semana antes de cumplir 26 años.

Taller sobre el 24 de marzo


¿Cómo surgió la idea de realizar un taller para el 24 de marzo? Las docentes involucradas (dos profes de Cívica de 5to y una bibliotecaria) propusimos llevar a cabo una actividad interdisciplinaria que abordara la temática de los derechos humanos, aprovechando la ocasión de la proximidad del Día de la Memoria.
Consideramos que la puesta en marcha de encuentros educativos distintos de las clases tradicionales resulta beneficiosa para nuestra tarea por varias razones: despierta el interés de los/as alumnos/as, favorece el diálogo entre los/as docentes y propicia un clima de tolerancia.
Estos propósitos nos llevaron a pensar un espacio que rompiera con la rutina escolar: la “clase” se daría en otro lugar (en un comienzo se pensó en la biblioteca, pero finalmente se prefirió el sum), el grupo de estudiantes lo conformarían dos divisiones (y no una sola), la coordinación estaría a cargo de un equipo de docentes y los contenidos se abordarían de otro modo (primero desde lo expresivo-emotivo y luego desde lo reflexivo).


Descripción de la actividad
  1. Presentación. Las profesoras de Educación Cívica (Débora y María Teresa) cuentan que es una actividad distinta que comenzará con la lectura de un cuento. No adelantar el tema fue un acuerdo previo de las coordinadoras, para no condicionar las hipótesis de lectura de los/as alumnos/as. La actividad se lleva a cabo en el sum del 2do piso. Los/as alumnos/as de cada división están sentados en mesas separadas.
  1. Lectura del cuento “Infierno grande” de Guillermo Martínez. La bibliotecaria del turno presenta el libro y brevemente al autor. Antes de la lectura propiamente dicha, los presentes esbozan temas o argumentos posibles a partir del título: “un chusmerío es cuando hablás de otra persona”, “lo que hace uno, se enteran todos”. Unos/as pocos/as se ríen o tardan en entrar en clima: una chica está tentada y llama la atención, un joven está disperso. Pero durante la lectura, la mayoría se muestra expectante; siguen la historia: se ríen o hacen algún gesto acorde con lo narrado. Ahora todos/as están enganchadísimos/as, lo que se cuenta atrapa cada vez más.
  1. Puesta en común. Cuesta tomar la palabra después de la lectura: el cuento los/as sorprendió: lo que al principio había sido interpretado como un problema de amoríos, termina siendo un verdadero “infierno grande” que afecta a toda la sociedad. Las intervenciones de los/as chicos/as exteriorizan agudos razonamientos: retoman el texto (recuerdan perfectamente referencias temporales como el mundial '78 o la invención de la TV a color), sacan conclusiones (“ahora me doy cuenta de que lo menos importante era lo del romance, eso es para distraer a la gente de las cosas más terribles que pasaban”), evalúan comportamientos (“al principio parecía loca, pero ella era la única que estaba buscando la verdad”) y trazan paralelismos con la historia argentina (“es como en la época de los desaparecidos”). Hablan, participan, se escuchan; no se interrumpen, sus palabras se complementan.
  1. Exhibición del video “Las locas de la plaza” (capítulo 4 del documental Retrato de un genocidio, guión y dirección de Alejandro Walger, editado por Canal Encuentro). El video cuenta, en boca de sus protagonistas, el origen de la asociación Madres de Plaza de Mayo: los primeros encuentros, motivaciones comunes, algunas anécdotas. Los/as alumnos/as miran atentamente el video, e incluso continúan haciéndolo cuando toca el timbre del recreo.
  1. Reflexión final y evaluación. Los/as alumnos/as relacionan la figura de las Madres de Plaza de Mayo con uno de los personajes del cuento (la “vieja loca” que no paraba de buscar la verdad). Las profesoras hacen hincapié en la importancia de que los/as jóvenes conmemoren la fecha. Se los/as invita a resumir en una palabra lo que les dejó la actividad. Varios/as alumnos/as coinciden en que realizar tareas de este tipo resulta “interesante” y “necesario”. Por último, se les anuncia que en la biblioteca hay libros que tratan el tema de la dictadura y los derechos humanos, y las docentes entregan copias del cuento para quienes deseen volver a leerlo. Cuando se está yendo, con una mezcla de incredulidad y asombro, una alumna pregunta: “¿Y esto se les ocurrió a ustedes tres?”
Conclusiones

En épocas en que es común escuchar que “a los jóvenes nada les interesa”, resulta promisorio realizar una actividad en la que los/as adolescentes se muestren involucrados/as y conmovidos/as. Y cuánto más esperanzadora es la tarea si se lleva a cabo en la escuela.
Consideramos que el taller del 24 de marzo no sólo fue positivo para los/as alumnos/as sino que además resultó beneficioso para nuestra labor como educadoras. Planificar juntas la tarea, elegir los materiales y debatir acerca de cómo desarrollar cada momento fue una excelente oportunidad para repensar algunas ideas que sostienen nuestro trabajo: entender el aprendizaje como una construcción y no como mera transmisión, la importancia de la didáctica, la significatividad de los contenidos y la necesidad de proponer instancias educativas (clases, talleres, jornadas) democráticas, en donde se propicie la participación, la reflexión y el respeto.

lunes, 4 de marzo de 2013

bienvenidos

El cartel era para los alumnos de primer año.

El cartel era para los otros alumnos, los de años superiores que vuelven.

El cartel era para los docentes de siempre: los que saludan, los que se la creen, los que no.

El cartel era para nosotros: los nuevos, los descalzados.

domingo, 11 de noviembre de 2012

1ra semana

Una manera de analizar los trabajos podría ser tener en cuenta qué sucede la primera semana, los primeros días: cómo son las bienvenidas, quiénes se acercan, quiénes no, cuáles los temores....

En la primera semana en la Biblioteca me pasaron algunas cosas:

1
En la parte de atrás de la biblio había gente, conversaban, a veces riéndose y otras casi un murmullo. Cuando me acerco, veo que están vendiendo ropa. 
- No dejes que se te metan de esa manera-, me aconsejó una compañera, también nueva en la escuela. 
¿Me estaba ayudando con ese comentario? ¿o de paso me anoticiaba de que que no estaba haciendo las cosas bien? 
Me acerqué a las vendedoras y sólo les pregunté si las autoridades estaban enteradas. 
- Sí, claro-, dijeron mirándome con cara de "y vos quién sos". 
Me presenté. Cuando me iba, hacían muecas a mis espaldas.
Así llegué.

2
- Se quedan estos alumnos acá, haciendo una tarea.
Pero los alumnos se portaban mal...
¿Qué preceptora los había dejado en la biblioteca? ¿Para que yo haga qué? ¿Al cuidado de quién?



miércoles, 19 de septiembre de 2012

Romance de las mañanas

Me levanto a la mañana
amanezco tempranito

primero busco mi ropa
y bien despacio, me visto.
Luego agarro las medias
y me como unas Twistos, 

me voy a la cocina

y me tomo un cafecito.
Tomo el colectivo
y me voy muy tranquilo,
casi siempre tengo sueño
pero nunca me he dormido
porque escucho unas canciones
que son como mis amigos.
Al llegar a la estación
ese es mi destino:
me voy a la escuela
y sigo mi camino.

Fernando


Romance de la rutina


Me acuesto a la noche
me despierto a la mañana.
Suena el despertador fuerte
y me tapo con la almohada.
Voy corriendo al colegio
y me encuentro con mi dama
me siento atrás de ella 
y me río a carcajadas, 
me doy cuenta que es perfecta
tal como yo la deseaba.
Salgo del aula corriendo
hasta llegar a su casa
y cuando estoy muy cerca
le doy su noche deseada.

Nico

domingo, 9 de septiembre de 2012

Discurso en el día del maestro


Hoy, que festejamos el día del maestro, les propongo a los grandes (familias y maestros) hacer el ejercicio de recordar qué aprendíamos nosotros, los adultos, cuando éramos chicos e íbamos a la escuela. Es decir, recordar a nuestros maestros... pero no a cualquiera de ellos, sino sobre todo a aquellos “maestros de la vida”, a los que nos formaron, a los que nos hicieron más humanos, a los que con sus palabras y actos nos enseñaron a (o intentaron, al menos) ser mejores personas.
Quizás los recuerdos que se nos vengan a la cabeza no tengan que ver con docentes “perfectos”, de esos que están siempre contentos y arman clases interesantes y divertidas. Algunos tuvimos la suerte de tener una o dos maestras de esas que no se olvidan; otros, en cambio, quizás tengan que hacer un esfuerzo mayor por recordar... Pero seguramente todos tenemos, en la niñez o en la adolescencia, fija en nuestra memoria, alguna anécdota que nos hizo mejores, o más alegres, o más felices. Y en esa anécdota, en ese recuerdo, el protagonista era un maestro, uno de estos “Maestros con mayúscula” de los que quiero hablar hoy. ¿Por qué recordamos esos momentos como memorables? Creo que por dos razones: porque aprendimos cosas importantes y porque nos enseñaron de una manera distinta.
Traigamos algunos de esos recuerdos: el reto de la maestra después de la pelea con un compañero, la charla de alivio ante una humillación, un chiste, una sonrisa, una pregunta, un pedido de disculpas... En la escuela, además de números y letras, aprendimos todas estas cosas, y hasta tuvimos la suerte de aprendarlas jugando o experimentando.
En esos momentos aprendimos cosas fundantes que hoy debemos seguir enseñando a nuestros hijos: que la violencia nunca sirve para resolver nada (porque crea más problemas), que es importante tomarse un tiempo para pensar, que está bien decir lo que sentimos y creemos, que todos somos distintos y eso es bueno, y que ningún ser humano es más importante que otro, que la solidaridad es imprescindible...
Hay un proverbio africano que dice: “Para educar a un niño hace falta todo un pueblo”. Por eso estas palabras están dirigidas a todos los adultos aquí presentes, seamos padres, madres o maestros: porque todos somos “maestros de la vida”. Todos somos responsables de la educación de los chicos y de la sociedad que estamos construyendo. Sigamos educando, juntos, a nuestros hijos. Juntos, cada uno desde su lugar, desde su espacio, padres y maestros. Ese es el desafío. No perdamos la oportunidad de enseñar con el ejemplo, de marcar los límites con claridad y con ternura, de decirles a los chicos qué está bien y qué está mal, de ser coherentes y sostener con los actos lo que pensamos y decimos; de luchar por lo que sabemos justo; de mostrarles que, aunque a veces parezca más difícil, siempre es mejor cuando los proyectos son colectivos.
Y, ahora sí, unas palabras especialmente dedicadas a ustedes, quienes eligieron trabajar en educación:
Gracias, maestros, por hacer de la escuela el lugar colectivo más confiable y el que brinda el amparo más profundo. Gracias por trabajar con orgullo en la educación pública. Gracias por creer que la escuela pública no es “la escuela de los pobres” sino, ante todo, aquella que garantiza la igualdad de oportunidades, el lugar donde se cumple el derecho que todos los niños tienen de aprender. Gracias por el compromiso, que hace de los alumnos sujetos responsables y críticos. Gracias por los números y las letras, que hacen que nuestros hijos se conviertan en seres sabios y libres, sin duda más bellos y más buenos que nosotros. Gracias por alimentar en nuestros hijos la alegría del compartir, la esperanza de un mañana mejor y la magia de hacer los sueños realidad.
Galerai, 2008, Esc. 16
* * *

lunes, 13 de agosto de 2012

Aprender de los niños



Fui a un recital de música infantil el 17 de julio en el Picadero. No la pasamos bien. A modo de compensación, los organizadores nos invitaron a un nuevo espectáculo. Transcribo la carta en la que cuento lo ocurrido: 

Gracias, ante todo, por el ofrecimiento. 

Tardé en responder por varias razones: en primer término, porque no estábamos (ni mis dos hijos ni yo) en Buenos Aires y, luego, el regreso de las vacaciones se nos hizo por razones diversas un tanto complicado. 
Pero, por otra parte, lo que pasó durante la función de Pescetti (martes 17 de julio) fue para nosotros tema de conversación en más de una ocasión... y a veces es bueno tomarse un tiempo para reflexionar, para pensar antes de responder. Quizás para ustedes esto resulte irrelevante, y hasta lo entiendo, pero espero comprendan que para mí (que además de madre soy docente) todo acontecimiento en el que dos niños son protagonistas resulta, de una u otra forma, una oportunidad para aprender. 

Resumo brevemente lo ocurrido: 


Tenía 1ra fila, había sacado las entradas en efectivo, en la boletería del teatro, al poquísimo tiempo en que se pusieron a la venta. Ese mismo 17 dudé hasta último momento en ir porque el más chico había estado la noche anterior con fiebre. Salimos una hora y cuarto antes de Mataderos pero el tránsito ese día (cuándo no) era un trastorno. En el viaje jugamos a no ponernos nerviosos: practicamos canciones, contamos algunos chistes, los chicos repasaban los carteles mientras yo les contaba de Teatro Abierto y que ese lugar, el Picadero, había sido incendiado durante la dictadura ... Llegamos al teatro una vez iniciado el espectáculo. Se nos permitió el ingreso. La sala estaba llena. Las butacas correspondientes a las entradas que había pagado estaban ocupadas. Las acomodadoras o responsables de sala dijeron: "Está ocupado ahora" "No puede sentarse ahí" "Usted llegó tarde" "No vaya" "No se meta" "Tenemos otra ubicación acá cerquita". (A esa altura no me hubiera extrañado que además preguntaran: "¿Saca usted a su niño con fiebre?" "¿Pagó el monotributo?" "¿Trajo la fe de bautismo?"). Sospeché que no me iban a solucionar el problema. Entre un tema y otro me acerqué a las butacas, en las que estaban sentadas dos niñas y una señora. Me acerqué a la mujer pero no hablé con las niñas (no tenían la culpa de nada: ni del teatro ni de su madre ni de haber llegado tarde o temprano). Intenté hablar con la mujer, explicarle, pero dijo: "A mí no me importa. Con vos no hablo". Al parecer, sus asientos también estaban ocupados cuando llegó, entonces optó por lo que muchos: "Si a mí me cagan, yo cago a otros". Casi entiendo el razonamiento, aunque no lo comparto. 

¿Qué hacer? 

La gente de alrededor empezaba a impacientarse, miraban de reojo, chistaban. Mezquinamente entendible, ¿no?: chistaban quienes habían pagado sus entradas, estaban cómodamente sentados y no querían perderse ni una palabra del artista del momento; chistaban porque así hacían valer su derecho-a-no-ser-molestados. 

¿Qué hacer?

Aunque quería, no insistí. Persistir en el reclamo iba a resultar un escándalo. Tenía razón, pero el costo de una exposición hubiera sido mayor que perder las butacas. 
Entonces nos sentamos en la escalera: mis hijos, yo, los rulos de Simón, los carteles, las camperas, la mochila, la bufanda de Galileo, las figuritas, el libro, los guantes, todo junto y amontonado como si tuviéramos que darnos calor por tanto hielo. 
Allí nos quedamos todo el rato. Sin duda, el fuego de la música funcionó. El arte siempre es salvador. 
Hacia el final del show, alguna de las responsables del espectáculo se acercó, se disculpó, explicó, recalcó que no había habido ni mala intención ni sobreventa de entradas, y me ofreció entradas para otro show. 

Como reparación ante una injusticia, agradezco el ofrecimiento. 
Ahora me entero que Pescetti vuelve a tocar, y ese es el show que -considero- correspondería compartir con mis hijos. 

Yo no sé qué habrán aprendido los otros chicos que estaban ese día. Aunque suene raro, a mí me enorgullece que los míos hayan conocido el Picadero. Experimentaron (porque vivenciar es otra forma de aprendizaje) la vergüenza y la bronca, la aceptación y la alegría. Tal vez hayan aprendido que aun teniendo razones a veces es mejor el silencio. También supieron del ofrecimiento de ustedes, y aprendieron que siempre hay formas de reparar y vale la pena apostar a la confianza.

El domingo 26 de agosto volvimos al Picadero a ver a Pescetti. Gracias. Estuvo genial. 

domingo, 8 de julio de 2012

Lamentablemente


1.
...El año pasado asumí como rector y con los recursos hicimos lo que estábamos acostumbrados: clases de apoyo. Y la verdad es que era más de lo mismo: en las extraclases se repetía lo mismo que durante el turno, y a veces con la misma profesora y la similar metodología. Ahora, con más tiempo, se nos ocurrió este proyecto de talleres extraclase, con el objetivo de que los alumnos se sientan parte. Dicho en sencillo: si se enganchan con los talleres, quizás también se enganchen con la escuela. Es que esta institución educativa tiene un nombre, ¿sabés? No es igual a otras. Tiene una impronta. Y ellos (los alumnos) muchas veces no pueden soportar la exigencia, lamentablemente.

2.
No sé por qué en vez de hablar de los talleres, el docente empezó a hablar de lo que hacían en clase de Literatura. Lo cierto es que el rector, desde el otro lado de su escritorio, indicó:
Decile lo que están leyendo.
El tono que utilizó fue casi el de un reproche, como si hubiera dicho: “Ahora vas a ver”, “con esto te callás”, “quién te creés que sos”.
Y entonces el profe comenzó con una enumeración de nombres, títulos, autores, géneros “esto para 4to... esto para 5to... además lo relacionamos con... porque ellos se quejan pero les gusta...” Algunos libros los había leído y otros -debo admitir- ni los conocía.
¿Todo eso en el primer trimestre?”, recuerdo que me pregunté. Y no porque dudara de la veracidad del inventario dado, sino justamente por lo contrario: era cierto, ese profesor de Literatura había dado todos esos libros en menos de tres meses de clase. ¿Semejante cantidad de lecturas asegura qué? ¿Cuál es el objetivo de leer mucho? ¿Acaso leer mucho es leer mejor? ¿Catálogo de libros + acopio de contenidos = alumnos lectores o pretensión academicista del programa? ¿El encuentro entre lectores y libros ya fue garantizado en esta escuela?

3.
El docente aclara que, aunque da clases en los años superiores, “los que más me preocupan son los chicos”. Desde cierta vez que alguien me hizo notar cómo está formada la palabra (pre-ocuparse), no puedo dejarla pasar ante mis oídos sin advertirla. Cuando pregunté la razón de esa inquietud, mencionó que no sólo porque “el nivel de fracaso es mayor en los primeros años”, sino también porque “son los más frágiles... es lamentable lo poco que leen o que no escriben”. Además pertenecen a este grupo más vulnerable “los que entran nuevos” porque entre ellos hay algunos “que casi no hablan”. En este punto se habló de “revincular con la escuela”. Me pregunto si de verdad es así. No me quedó del todo claro si el espacio está pensado para estos alumnos que están un poco afuera, o más bien está dirigido a los alumnos a los que les gusta Literatura, y entonces la escuela les ofrece un espacio extra para seguir incentivándolos en la lectura y formándolos como eximios poetas.

4.
Cuando salí, encontré un grupo de adolescentes en la parada del colectivo. Hablaban de profesores, de materias, de tareas. Eran de secundaria, parecían chicos... ¿Primer año, tal vez? (¿Pertenecerían al grupo de los más vulnerados, esos mismos chicos que tanto les preocupan a los docentes de las escuelas de elit?) No podía quedarme con la duda, así que les pregunté si venían de esa escuela maravillosa. 
No, ¿por?
Bueno, quería saber qué opinaban de ese colegio, cómo era, si estaban a gusto...
Y... más o menos —dijo uno.
¿En qué sentido? —pregunté.
Dicen que cuando salen, están drogándose.
El comentario, dicho con ironía, hizo que nos riéramos todos. Había impuesto la voz, exagerando una preocupación fingida. Qué bueno: uno de mis interlocutores había resultado ingenioso y divertido. Con un tono más reflexivo, otro confesó:
Yo quería ir ahí pero no quedé. El ingreso es por sorteo, y yo no salí... 
Su compañero volvió a tomar la palabra y me dijo:
Pero igual, si tenés un hijo, no lo mandes a esa escuela, eh... por las dudas.
Creo que tenés razón. No lo voy a mandar ahí. Además, me queda un poco trasmano, lamentablemente.

lunes, 2 de abril de 2012

mensaje en una botella



palabras que navegan un mundo y otro
dicen la alegría 
de saber que estás en tercer año

espero que andes bien, 
que te bajonees solo en las películas
y que la realidad vaya adoptando
poco a poco 
la forma de tus sueños


jueves, 29 de marzo de 2012

Los salvajes

a los alumnos de 3º 2ª
Creen que son:
feroces como hienas
audaces como zorros en la noche
            como lobos en la nieve
bellos como cisnes en lagos encantados de cuentos con hadas y príncipes azules
sensuales como pavos reales
furiosos de colores, andar incandescente
inmortales como héroes
                como estatuas
                como imágenes divinas.

Hay quienes los prefieren
bien quietitos como peces en sus jaulas
mariposas encerradas en un cuadro
o pingüino embalsamado y atrapado adentro de un museo.

Los he visto
aletear blancas las alas
                                  colibríes
imaginar paraísos submarinos
como pez nacido en cautiverio
hacedores de un misterio coralino que se arrastra en lo profundo
abrazar alegrías como pulpos
y cazar cucarachas como gatos
ahuyentar lluvias / ratas como gritos /
despedidas /serpientes como miedos / la pobreza.

Vendrá un tiempo
en que la tierra será de ustedes, los salvajes,
y no habrá cauces en los ríos
manera ni cerrojo
que contenga la embestida.


con Mechi, pura compañía
La consigna era describir a una persona a partir de comparaciones con animales. Las chicas y los chicos de 3er año de la Técnica 32 tomaron el ejercicio pero con una condición: su profesora de Castellano también debía realizar la descripción. Y agregaron más detalles: ellos iban a ser los reseñados.
No acepto amenazas, pero estaba claro que si no cumplía, hacerlos trabajar iba a estar difícil. 

viernes, 2 de marzo de 2012

despedida de contextos de encierro

Siempre es difícil elegir palabras para una despedida. Sasturain empieza Manual de perdedores así: 
"Podría comenzar este relato diciendo que uno no puede jubilarse de lo que ama. Ya sea una mujer que nos hipotecó la adolescencia, un líder que nos ganó la vida o una camiseta con el color de la victoria. O mejor: nadie puede jubilarse de los sueños sin enloquecer".
¿Acaso puedo separarme, de un día para el otro, de aquello que durante estos últimos años fue para mí: trabajo, dulzura y alimento?

Soy una convencida de que las ideas y los afectos que circulan por la escuela no se terminan con un ciclo lectivo. Es más, pienso que siguen creciendo. Quizás de otra manera o desde otros lugares, pero crecen y se hacen cada vez más fuertes. 

Me gusta dar clases en contextos de encierro. Me voy del Cens de Devoto porque tengo la necesidad de estar y trabajar en proyectos nuevos, más confiables y más amables, en los que pueda creer y crecer, a los que pueda alimentar. 

Las pasiones en las que creía cuando empecé la tarea en ese lugar son las mismas que me encienden hoy: 
- la literatura como un discurso creador de mundos nuevos
- la mirada crítica del mundo que nos rodea, el inconformismo frente a lo que está mal o podría ser mejor, el rechazo de la injusticia, la mediocridad y la hipocresía
- la lucha por los derechos de las personas. 
- la profunda convicción de que el trabajo en educación se construye junto a seres libres y creativos (de quienes aprendo TANTO siempre)
- la alegría como método de aprendizaje y de cambio: la alegría frente a la derrota, la confusión o la desesperanza... ¡siempre la alegría!

Si pude, en este tiempo en el que fui profesora de Lengua en el Cens 24, compartir o despertar en otros algunas de estas pasiones, en verdad me siento reconfortada. Ojalá pueda reactualizar estos fuegos en cada lugar donde trabaje. 

Me sostienen mis ideas y las vivencias que me llevo de este lugar. Puro desafío. Puro aprendizaje. 

Encontré seres humanos maravillosos, compañeros y alumnos admirables, capaces de luchar por lo que creen justo y necesario. Agradezco tanta generosidad. 

Sepan disculpar el tono y las cursilerías... 
Mejor poner cuerpo y alma en lo que va a venir:





Un abrazo para siempre. 

martes, 28 de febrero de 2012

Ni sé si fue esa vez que me pegaron, no importa: los golpes de la yuta no duelen; son los otros, los golpes de la vida, los que duelen de verdad

voz que dice: el Mago



hoy

te pregunto:

¿en qué lugares se esconde la magia
que no la veo?