viernes, 13 de agosto de 2010

Viernes 
no es noche de brujas ni mañana de mierda.
Es el día en que me entero que Juan salió en libertad.
-Y justo ayer habló conmigo- le dije a los que estaban en la sala de maestros.
-Mirá vos.
-Me dijo que no sabía qué había pasado, que tal vez se había equivocado, pero que él no tenía nada en contra mía, y mientras me decía eso me mostró las fotos de su hijo.
-Ah!, pero entonces no solamente te habló... además te dijo todo eso.
-Ajá. Y ahora me entero de que salió en libertad. Qué suerte. Qué suerte para él. Pero qué suerte para mí también. Porque tengo la suerte de haber cerrado algo que no había quedado bien, tengo la suerte de que me haya hablado antes de irse, de quizás no verlo más. Qué alegría. Es doble.
Al rato la profesora Bergamota decía que estaba indignada con la noticia...
-Y cómo querés que esté ¡si estaba por asesinato! ¡Y dicen que no hubo pruebas!
Y el profesor Salchichón le seguía la onda:
-Parece que se cargó como a diez.
-Pero ¿no creen que si hubiera matado a tantos seguiría en cana? Porque... convengamos que los únicos que matan a muchos pero a muchos MUCHOS y no van en cana son los que tienen mucha MUCHA guita.
-En este país, no me extrañaría-, cerró impertérrita.
Pero no. Me equivocaba: al instante volvió a la carga:
-Ese sale y en la esquina ya mata a uno.
¿Qué podía decirle
sin putearla
sin mandarla a la mierda
sin explicarle que eso era un prejuicio
sencillamente porque era un juicio de valor anticipado
ya que ella no sabía siquiera si Juan había pisado en ese mismo instante la esquina?
- Si fuera él, yo me alejaría un poco ¿no te parece?

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