viernes, 21 de mayo de 2010

manifiesto

contra los días de encierro


Nosotros, los presos,
debemos luchar para terminar con ellos,
son días duros, difíciles,
por momentos nos sentimos oprimidos
por los barrotes,
acorralados contra las paredes,
sentimos la contradicción en nuestros sentimientos,
la falta de sol, de la luna y las estrellas.


Pero a pesar de todo seguimos,
sin saber qué nos impulsa,
y al mismo tiempo lo hacemos por algo,
qué contradicción.
Pero en momentos de lucidez sí sabemos por qué:
por nuestras esposas,
por nuestros hijos,
por nuestras madres,
pero fundamentalmente por nuestra libertad.
Por eso le digo a todos los presos:


Adelante, esto es pasajero,
lo mejor está por venir.

voz: Hamlet

miércoles, 12 de mayo de 2010

tiempo

Tranquilo, pibe... ¿qué apuro tenés, si estás preso?”, te había dicho.

Qué otra cosa podías escuchar.
No entiende, tipos como ese no entienden de apuros
creen que el tiempo es una cosa para perder o una cosa para matar
porque no entienden nada de pérdidas ni de muertes.
Qué querés...
qué pueden entender,
no saben que el apuro viene de las ganas
de la pasión
de no acostumbrarse
de luchar para que sea distinto
de que no te cansás
ni siquiera con tanto maltrato
con tanta desconfianza
nada de eso te hace retroceder o confiar
en que la cárcel pueda ser un lugar más amable.

Y en el fondo:
qué suerte
porque a veces yo sí siento que me canso
y empiezo a desacelerar
y sospecho de mi forma mis ideas mi tenacidad
y hasta por ahí intuyo que tal vez gente como esa tenga razón
y que quizás sea cierto o certero eso de que no hay apuro
porque total no hay nada que realmente cambie o duela o se mueva o respire o valga la pena.

Así que
qué suerte que tenés apuro
aunque preso
gritando
no aceptando simpatías anhelos complicidades
porque entonces se enciende
otra vez
la sensación
de que no hay tiempo para matar.

Claro que estamos
apurados
porque el tiempo de
la inacción es
el de la derrota
el de la comodidad
el del aburrimiento
el de la costumbre.


Y ni vos ni yo tenemos tiempo que perder.

viernes, 7 de mayo de 2010

definiciones

Penal: enjambre de heridas

pena: f el traslado – el juicio – extrañar – imaginar – las certezas -

apenas: f. pl. No yo. (de a: sin, prefijo privativo)
de ab o ad: a o hacia: el lugar
Las sin penas son las que se pasean disimulando el asco que les da estar a menos de un metro de un pobre que encima está en conflicto con la ley. Esas son algunas con las que comparto el café en la sala de profesores. 

jueves, 6 de mayo de 2010

preparativos

Para ir a trabajar

me despierto
me levanto
me baño
aunque de algún modo la misma
elijo delicadamente la ropa
la pruebo
me miro al espejo
pienso:
si fuera más joven
si fuera más linda
me pongo el guardapolvo
llevo a un hijo a la escuela
respiro la mañana
aprovecho y sin que se dé cuenta
le toco la mano el pelo la cara
sigo y no me hundo
a veces
cuando voy en bici
es como si el tiempo pedaleara más fuerte
pasa el otoño el frío la primavera el verano en los árboles en la calle en la gente en mí

miércoles, 28 de abril de 2010

Etimología (aclarando conceptos)

- ¿Y de dónde viene eso de “tumba” por carne?- pregunto.

- Y...

- Será porque es carne muerta, seguramente...- ensayo una idea.

- Mire: en la cárcel hay palabras que no se pueden decir, profe. Usted acá no puede ir y decir: “Che, me pasás la carne...” porque le van a decir; “¿Cuál? ¿ésta?” . Por eso tumba, profe... en la cocina, todos dicen así.
Lo mismo pasa con huevos, nadie dice “Dame 2 huevos” ; acá se llama producto: uso dos productos para tal cosa, o tres o cuatro... Más bien que afuera no voy a ir a decir “Me da dos productos” , porque el almacenero me va a decir “Me estás cargando, pibe, ¿¡qué productos querés!?” . Pero acá sí.
Y acá la leche, es vaca rallada .

voz: Diplodocus

lunes, 19 de abril de 2010

lo que debe hacerse

  • calificar
  • registrar ausencias o retiros
  • tomar asistencia
  • tomar precauciones
  • tomar distancia
  • aceptar que la institución tiene sus rutinas, sus tiempos, sus espacios
  • no escuchar (no entender)
  • no preguntar (no saber)
  • no contestar (no dialogar)
  • quedar en silencio
  • dormir plácidamente cada noche
  • sin pensar
  • en fin: endurecerse
  • ¡ay!
  • perder la ternura

viernes, 16 de abril de 2010

El cielo o el infierno.


- Acá estamos en el cielo.
Acá en la escuela, me refiero.
Después, puro infierno.



voz: el vecino

martes, 6 de abril de 2010

poyito


(registro de un intenso día de trabajo en educación en contextos de encierro)
jueves 25 o viernes 26 de marzo - 1º año

Habíamos leído “Corso”, de Walsh y “El hijo de la maestra”, de Incardona. Habíamos hablado de las anécdotas de la infancia, de cómo armar un relato y hablar de uno contando, también, de otros.
No sé si será su acento españolísimo hasta el tuétano, pero José leyó un recuerdo digno del Lazarillo de Tormes: los dos aprendices de monaguillo, los dos pobres, los dos pícaros. Sergio acercó la historia de un padre que sobreactúa frente al enfado de la maestra pero se vuelve cómplice de la travesura infantil apenas la autoridad se da la vuelta. Mauro nos ubicó en una camioneta al anochecer volviendo del campo, la ruta y un niño que interroga a los hombres que lo rodean sobre los secretos de la sexualidad. El clima era afable, alguna sonrisa, el candor de la niñez como una verdad eterna, cierta emoción más cercana al recuerdo alegre que a la nostalgia.
Entonces Adrián dijo que él había escrito y me pidió que lo leyera yo porque ya ni sabía si podría entender su propia letra. “De eso trabajo” creo que dije y leí:


El destino de la vida me yevo a la calle teniendo 10 años y a pasar hambre y estar solo en un mundo echo para grandes, y conoci mucha jente de todas las edades; pase por hogares institutos y mucha caye q' aprendi cosas q para my edad no era bueno xq fuy quemando etapa es decir salteandome cosas lindas o feas según como lo vea. Y conoci un grupo de pibes mas grandes que yo y me empesaron a decir el Poyito y en ese grupo que era muy grande conosi al que hoy por hoy es mi hermano. Porque la mamá y el papa me adoptaron cuando yo tenia 15 o 16 años.
Unos de los pibes del grupo tenia problemas con la gente mas grande de el barrio. Y los grandes sabia que yo paraba con esos pibes y un dia yo estaba andando en bici por el barrio y me frenan varios muchachos que tenian armas y de un golpe me rompieron la cabesa y me amenasaron con matarme y ellos querian que yo le dijera donde estaba el otro grupo de pibes y yo no les dije donde estan.
En un momento cuando vi la oportunidad porque paso un grupo grande de gente porque salian del ipodromo sali corriendo y fuy abuscar a los pibes y les conte lo q' me paso y fueron a buscarlos cuando yegaron asta el lugar q' estos tipos se encontraban y los vieron empesaron a disparar eramos como 30 pibes y salieron todos corriendo y a uno de los pibes lo alcanso una bala y veo q' quedaba solo
me buelvo entre los tiros y lo abrazo y lo saco del lugar de los disparos lo dejo en un lugar seguro y vuelvo con un taxi y lo yevo al hospital. Viene la poli y preguntó quien esta con el erido y dije yo entonces me yevaron preso y despues de unos dias vino la familia a la comisaria y me dijeron gracias por salvarle la vida a my hijo y preguntaron que podemos hacer por vos y yo dije sacarme de aca y aberiguaron en poco tiempo y isieron los tramites para adoptarme y me adoptaron y empece a tener una familia gracias a gustavo el erido. Como dice el dicho no hay mal q' x bien no venga.

Qué siguió después de eso, me pregunto ahora. Seguro balbuceé alguna diferencia entre los textos anteriores y este, por extensión u hondura, entre esa inocencia que creíamos inmanente a toda infancia y la dureza de una vida en particular que sirve para desgarrar cualquier esperanza o lugar común. Mauro, cuyo texto había provocado la risa, ahora volvió a tomar la palabra y lo primero que dijo, casi como una disculpa, fue: “Yo no tendría que estar acá” y contó que su padre “tenía una debilidad, un vicio que eran las mujeres, hasta que se metió con la mina de un comisario. A mi papá lo mataron y todos en el barrio saben quién fue. Mi papá tenía trabajo, la camioneta era de él, estábamos bien y todo se vino abajo. Después a mi mamá la amenazaron y le dijeron: 'Tenés hijos, pensá en ellos'. ¿Y ella qué podía hacer? Tenía hijos, entonces no hizo nada. Después, cuando todavía era menor, yo hacía cualquier cosa y a mí, cuando caía, me decían: 'Ah, vos el hijo del que mataron... andate, pibe'. Me perdonaban la vida, como quien dice. Pero después... bueno, después, después ya no”.
Adrián dijo que su texto podría tener una segunda parte, y que si así fuera no podría parar: “Si me pongo a escribir, profe, no sé, quizás lo termine matando otra vez”. Ahí, creo, hablamos de la causa, no la del discurso judicial sino de la palabra causa. Porque una cosa es ese acto preciso en tiempo, responsabilidad y espacio que los llevó a ellos a estar en la cárcel (robo, estafa, homicidio, drogas) y otra es la causa primera o anterior o más profunda. Ese acto tiene (tiene que tener) también sus propias causas, menos efectistas para los noticieros de tv, más silenciadas.
No sé cómo ni por qué sentí la necesidad de preguntarle a Adrián cuándo era su cumpleaños. “El 30 de marzo”, contestó. La inminencia de la fecha y la proximidad con la del cumpleaños de mi hijo me dejó atónita. Me pregunté si mencionar la coincidencia no sería riesgoso, pero a esa altura ya estábamos tan pero tan emocionados que hubiera sido más profesional, sí, pero menos humana si no lo comentaba. “El martes es tu cumpleaños y el miércoles el de mi hijo. ¿Qué te regalo, Adrián?” Si ni siquiera podía ser algo que me sobrara de la fiesta infantil, porque él cumplía antes.

-Calmantes- susurró casi.
-¿Y te siguen diciendo así, Poyito?
Nos reímos un poco.
Tomé aire.
-Sí, a veces- contestó.

Después propuse que no fuera todo tan triste y alguien retomó el final del texto de Adrián “No hay mal que por bien no venga” y hasta contamos unos chistes. Malísimos pero efectivos.

-Por eso es importante lo que hacen ustedes, los profesores, en la escuela. Que vienen a estar con nosotros, que somos personas que nos equivocamos, y vienen ustedes a enseñarnos...
- Sí, pero no te lo creas tanto. No somos jueces, somos docentes. No somos buenos: es nuestro trabajo.
No sé por qué dije eso.
Porque no quería que nos quisiera tanto, supongo. O porque yo tampoco quería creérmelo.
Después, cuando salimos con otra profe, un alumno que había recuperado recientemente su libertad, se acercó, nos saludó y nos presentó a su esposa. Hablamos apenas unos minutos en la vereda pero todos dijimos cosas hermosas y estábamos exultantes casi como si afuera uno realmente fuera libre de hacer lo que quiera. Dijo que había salido sobreseído... estaba afuera y eso alcanzaba para crear una caricia o creer en algo. Cuando nos retiramos, con Sandra coincidimos en que quizás nuestro ahora ex alumno estuviera más flaco o cansado...
¿Qué más pasó ese día? En el colectivo me encontré con Carmen, una ex alumna de hace ya más de 10 años, que en su momento había empezado el Profesorado y después tenido hijos y después vuelta a estudiar. Dos ex alumnos en un mismo día. La cabeza me estallaba. No podía ser cierto lo que había contado Mauro: ni la historia de un padre muerto por un policía, ni la impunidad, ni el desaliento de la madre. No podía ser cierto. Era mentira. Qué estúpida. Solo yo podía creerme semejante cuento. Tampoco lo de Adrián: no podía haber quedado solo de chico, nadie se queda solo en la calle en bicicleta en la vida a los 10 años ni anda de héroe salvando al pobrerío agonizante. Si hasta era cursi, cómo creerle. Nadie que es un asesino puede arriesgarse para salvar a otro ni recibir nombre, familia, mirada de recompensa. Nadie en su sano juicio pudo haberlo bautizado Poyito y menos con mayúscula. Nadie que escribe isieron escribe hijo o abrazo.
Fernanda, una mamá de la Cooperadora que tuvo preso a un hombre de su familia, siempre me dice que a los presos no hay que creerles porque te embarullan con tantas mentiras. Siempre me lo dice, pero esa tarde me dijo que a veces dicen la verdad.
Después vino la huelga de hambre que no salió en casi ningún diario y ya no tuvimos clases por unos cuantos días. Cuando terminó, Adrián recibió sus regalos: un libro firmado por todos los profes y la jirafa que compré en la calle Florida, uno de esos jueguetitos de madera con elástico que se desmayan cuando se acciona un resorte en la parte inferior y que, al soltarlo, vuelven a tomar la postura erguida. La frase que acompañaba el objeto es la siguiente: “aunque los vientos de la vida soplen fuertes, soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie”. Sí, ya sé: cuando el texto repite la imagen o el objeto que acompaña, no aporta nada casi. Es más poética la relación entre texto y objeto si las palabras completan o complementan o hasta contradicen. Quizás la frase elegida era demasiado obvia. Y repetitiva, redundante, reincidente, obstinada, perdurable y persistente sin duda.

jueves, 25 de marzo de 2010

Envuelve
la magia, el calor, la fantasía
contagia
lo real, lo absurdo, lo imaginable
entrega y devuelve
se des
prende.
Como si fuera pura emoción o puro amor
como si fuera todo lo que necesitamos hoy
como escondiendo el mañana. 

MR

domingo, 28 de febrero de 2010

lo que no debe hacerse

  • unir palabras, mirada, cables, noticias y armar un combo que explique o justifique o arrime una razón
  • pensar durante el fin de semana, durante el día
  • pensar en la cárcel cuando estoy afuera
  • confiar (porque ¿cuánta confianza es aceptable?)
  • querer que salgan
  • querer que experimenten
  • querer que quieran
  • querer
  • buscar coincidencias entre la escuela de afuera y la escuela de adentro (¡qué horror! ¿a quién se le ocurre? ¿acaso la educación no es una herramienta de la libertad?)
  • encontrar coincidencias entre el afuera y el adentro
  • encontrar coincidencias entre el adentro y la vida, o el adentro y el amor, o el adentro y la calle, o el adentro y la relación con mis hijos o mis amigos o mis pesares
  • descubrir que las palabras no dicen solamente lo que dicen cuando una las pronuncia ahí 
  • llorar
  • tener ganas
  • tener ganas de más
  • tener ganas de abrazar o de hablar más o de volver a encontrarme o de llevarme a mi casa

domingo, 31 de enero de 2010

aprendizajes


- ¿Qué te gusta de esta versión de la historia?

- Lo que me gusta de ella es que más una travesía personal. Es de las cosas más importantes en la vida hoy en día: ese momento en el que tomás la decisión más importante. Quizás les pasa a todos, quizás no. Quizás lo hacés más de una vez en tu vida; cuando aprendés algo, crecés. Es como si tuvieras dos partes de vos mismo en conflicto emocional. Y luego, cuando hacés ese crecimiento personal, es algo increíble, muy fuerte. Te reconciliás con vos y con quien sos, volviéndote la persona que serás, un ser humano. 
Suena ligero, pero es importante.

Tim Burton, sobre Alicia en el país de las maravillas.  

lunes, 14 de diciembre de 2009

devolución 3

(ahí, en él, mudan)

Pasan:
la desconfianza primera, el descrédito,
dos sillas de por medio la distancia,
mirada o cuchillo o unas cuantas palabras a la fuga.
Vienen:
como una explosión la risa
y una boca que no calla,

que no adula,
que no filtra.
Llegan:
las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades *
la sorpresa de un apodo, de un encuentro
y como siempre sin rumbo sin camino
rabiosamente
las voces más bonitas.

Todo eso encuentra:
magia o puente como cielo
espacio insospechado

fisura
rendija
y se abre paso hasta llegar a destino
aún en los lugares menos pensados.

* verso del poema "La poesía es un arma cargada de futuro" de Gabriel Celaya.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Pasen y vean: escuela media

TUTORA

La profe de pelo esculpido y larguísimas uñas pelirrojas elige una vez más el recreo para conversar sobre el curso del cual es tutora:

-El promedio general de 1º 6ª es 3,75. Mirá...- y extiende un cuadro para iluminar sus palabras. Prolijas filas y columnas explican, con higiénicos cálculos auxiliares, porcentajes de aplazos y desaprobados por materias y por grupos de alumnos.

Miro el número, con resaltador verde, al final del cuadro y quiero decir:

-No es gracioso-. O:

-A mí esto me preocupa-. O:

-¿Es posible?-, pero hablo tan bajito que casi no digo nada.

Del otro lado de la mesa, previsible y mordaz, alguien lanza su primera patada del día: -Y ahora van a decir que es por culpa de los docentes-.

Me pregunto, otra vez, cómo. Entonces vuelvo al cuadro para que me aclare, pero no entiendo. Sólo veo unos números bailando una coreografía inexplicable: la danza de los energúmenos, el baile frenético de veinticinco salvajes sin alma.

viernes, 13 de noviembre de 2009

devolución 2

break it

No se necesita:
ni el grito desbocado
ni el golpe de un insulto
ni risa de cartón, mirada engañosa o pensamiento mezquino
tampoco aventuras terribles de grandes héroes victoriosos
-¿vengadores de qué?-
con finales que tal vez siempre terminen igual.

Para ser valiente
apenas alcanza con el susurro de una risa,
tomar lápiz y papel con los que garabatear penas o deseos
y ejercer
tan humildemente
el acto de tomar la palabra
para decir
-como tierno abrazo-
lo que sentimos.